Aunque
eres invisible,
logro
contemplar tu hermosa
y
grácil figura,
que
me hace entrar
en
trance.
Aunque
eres inasible,
logro
sentir tu mirada profunda
que
petrifica mis músculos,
y
me hace desdoblarme
viajando
por tierras
edénicas.
Como
un perfume cautivante
te
escurres entre puertas y ventanas,
traspasando
muros,
frustraciones,
recuerdos
y
dolores.
Cada
vez que fijo mis ojos
en
un punto del espacio libre
o
del subterráneo
más
oscuro,
apareces
con tu postura
cadenciosa
y
tu sonrisa angelical,
y
es entonces cuando siento
que
cada hoja de todos
los
árboles de la Tierra
tiene
reservado su lugar,
cada
gota de lluvia tiene
su
sentido al caer.
Cada
vez que irrumpes
en
mis sueños,
los
conviertes en un paraíso
tan
real que casi puedo palparlo.
Cada
vez que me acompañas
por
desiertos o praderas,
siento
que la travesía
se
acorta,
y
son en estos momentos
de
borrachera emocional
que
puedo estampar
mi
firma en la certeza
que
llegará el día
en
que te transfigures,
para
acariciar
cada
centímetro
de
tu suave piel,
a
lo largo de tu
majestuoso
cuerpo.
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