martes, 22 de diciembre de 2020

Los filmes del viejo Bergman


 

Celuloide antiguo
caduco en su lenguaje
alberga en sus imágenes un sentido
capaz de iluminar tinieblas
en esta era de confusión e ilusiones.
 
Encarnarse en Antonius Block
desafiar a La Muerte a una partida de ajedrez
para hurtar tiempo al tiempo
alcanzar a escribir unos versos
que barnicen de simbolismo la miseria
ante el avance voraz de la peste negra.
 
Paralizar los relojes
que el Cordero jamás rompa
el séptimo sello del rollo
detener los bubones o el virus
que corona la testa de los inconscientes.
 
Tal vez inmiscuirse en las visiones
que acosan al profesor Isak Borg
sentir en la propia carne
su egoísmo y soledad
vencerse a los remordimientos
de contemplar al amor de juventud
coquetear con otro mientras degustan
fresas salvajes en la pradera estival.
 
Actores, escenarios y cámaras
de otra época, rancios
pese a ridículos para estos días
invitan a abrir la puerta
a las vísceras más profundas
auscultar nuestros miedos y verdades
estanco de realidad durante el temporal.

viernes, 11 de diciembre de 2020

El hombre que nunca estuvo


 
Anónimo, invisible
desde niño aprendió a creer
en la opacidad, pues lo brillante
solía ser objeto de burlas o censura.
 
Narciso se ahoga en la fuente
que no sepa tu mano izquierda
lo que hace tu derecha
entre parábolas y mitos
volcó su mirada hacia afuera
y ahogó su fuego interior.
 
Camina bajo el cielo sobre Berlín
desapercibido, teme que lo reconozcan
rubor ante los cumplidos
prefiere ampararse bajo la sombra
de pavorreales henchidos en soberbia.
 
En esas penumbras
se confunde, difuso el horizonte
atrapado en la bruma de culpas
vergüenzas y aires taciturnos.
 
Rostro sin facciones
documento de identidad en blanco
sin nombre ni firma
cree no tener reservada
la butaca en la sala de cine
donde exhiben la película sobre otros.

miércoles, 2 de diciembre de 2020

Gata obesa

 


¿Tan distintos somos? Cuántas veces me lo insinuaste, Andreíta: la diferencia de edad, que yo vivo en Las Condes y tú en Conchalí (nunca pretendí que reeditáramos “Palomita blanca”), que a ti te gusta el animé y yo prefiero la nouvelle vague, que detestas la política y, en tanto, soy marxista. Disfrutas los libros de vampiros mientras yo leo a Cortázar. Sólo nos une el departamento de la calle Ejército donde trabajamos y la gata obesa que deambula entre los computadores. Ahora, que la agencia cierra, pienso si has leído el poema sobre el felino solitario de la Szymborska.

viernes, 27 de noviembre de 2020

Soldados de Cristo

 


“En mis nueve años de colegio conocí muy bien el espíritu de los padres jesuitas, por eso sé odiarlos, quererlos y admirarlos. Odiar a algunos por intrigantes, por chismosos y por espías, porque siempre en sus palabras había algo de traición, de sombra y de olor a subterráneo. Querer a otros por ser hombres buenos, rectos, sin dobleces, almas sin arrugas, amplios y comprensores de todas las cosas de la vida. Admirarlos a todos porque son una falange macedónica, una máquina infernal, insuperables en la guerra”. Vicente Huidobro. En “Pasando y Pasando”, 1914.

 

El autor de “Altazor” estudió en estas aulas. Pero eso a nosotros nunca nos lo mencionaron, menos que tuvo una querella feroz con el colegio a raíz de la publicación de “Pasando y Pasando”, su primer libro, en el que ridiculiza y escribe una crítica acérrima a los jesuitas. Era un ambiente muy protegido: de ideologías “subversivas”, de la vida licenciosa y del mundo popular. Lo que con los años más me di cuenta fue de la hipocresía en esta formación, colegio católico, que decía promover el espíritu de servicio, la vocación social, heredera directa del Padre Hurtado, pero la máscara cínica ocultaba la real dimensión de ser “soldados de Cristo”.

Por cierto, no del Cristo obrero, del Jesús hijo de carpintero que se rodeaba de perseguidos, mendigos, enfermos y prostitutas. Con unos compañeros que tendíamos más hacia las ideas sociales de izquierda bautizamos el prototipo de alumno como “An ignacian boy”. Y tenía sus características peculiares.

Este joven era de origen muy burgués, de las familias acomodadas latifundistas tradicionales, buen deportista, presumible ejemplo sano de nuestra generación, católico y activo partícipe de movimientos de pastoral cristiana. Según él, con conciencia social. O al menos eso era lo que el colegio le imprimía. Sobre todo, un líder en todos lo ámbitos de la sociedad, cuya misión era evangelizar en los preceptos de la Compañía de Jesús con la formación de excelencia que había recibido.

Pero esa incongruencia saltaba a la vista, entre un pijecito mimado y el supuesto muchacho consciente con lo que sucedía en el país por esos años. Durante los ochenta era un hecho conocido la represión de la dictadura militar y la extendida pobreza en Chile. Pero los padres jesuitas eran ambiguos con respecto a esta realidad: proteger a los niñitos y sólo mencionarles estos hechos en la lejana imagen de un documento social. Entonces, en Tercero Medio, nos llevaban a Trabajos de fábrica, para acercarnos al mundo obrero. Durante una semana trabajábamos como un empleado más en una fábrica de propiedad de alguno de los apoderados, siempre con la estricta tutoría de un exalumno que contextualizara estos hechos en el más pulcro pensamiento católico.

Sin embargo, en mi generación escolar, el más emblemático de los ignacian boy se excusó de asistir. Era un alumno que destacaba en el atletismo, por lo que el rector del colegio se enorgullecía de la imagen que proyectaba de su institución y, entre los compañeros circulaba el rumor que sus padres recibían habitualmente, en el living de la casa, a políticos como Andrés Chadwick. Un día de los Trabajos de fábrica (alojábamos en grupos en casas de escogidas familias de la población Los Nogales, en Estación Central), este compañero nos visitó. Bromeó un rato y dijo que no podía ser parte de la actividad porque sus papás no lo dejaban. Llegó en auto junto al profesor jefe.

Iba tiritando mientras manejaba, nos confesó después el profe a este grupo de amigos disidentes. Si en ese momento me sorprendió, ahora no me causa ninguna extrañeza al ver a adultos del barrio alto que, al bajarse del auto en comunas como Ñuñoa, transpiran al caminar acelerados hasta sus destinos, pues están convencidos de que un flaite es una bestia irracional que no trepida en desollar a los cuicos sin provocación alguna.

El clasismo de la mayoría de mis compañeros también era un contraste con el espíritu que proclamaba el San Ignacio. Más allá de que la religión castraba el despertar sexual en ciertos alumnos, confundiendo con amenazas como que la masturbación nos iba a dejar estériles, las primeras relaciones de pareja de los ignacianos guardaban el típico doble estándar de la burguesía chilena. La polola, la oficial, debía ser una niña de buena familia, educada y con valores sólidos, pero había la licencia para desbandarse en la sexualidad irresponsable al “chulear”. Qué palabra más despectiva. Las muchachas pobres podían ser la entretención, el turismo sexual de los niñitos bien del colegio de Providencia.

Salir con chulitas te da seguridad, fue el consejo de un compañero ante mi timidez con las mujeres. Recuerdo una fiesta en el San Ignacio. Ese mismo compañero, junto a otros tan deseantes como él por esos años, se aburrieron de la parsimonia de las jóvenes de colegios privados y planeaban ir a agarrase chulas.

Entonces nos vamos al Li-ce-o-de-A-pli-ca-ción, decía uno de los más entusiasmados, sobrecargando la pronunciación de las sílabas y de las letras C, lo que causaba de por sí una risotada general en el grupo. Se reían sin tapujos. Me pregunto qué habrían pensado de saber en ese momento que ese liceo era de hombres.

Lo más triste era que, ahora lo entiendo mejor con la distancia de los años, los jesuitas eran muy conscientes de la formación que nos entregaban y la hipocresía implícita. Las redes de contacto de los colegios particulares fueron el mejor legado que les otorgaron a los ignacianos. Digo les otorgaron porque fui “excomulgado” de esa selecta estirpe. Ahora me entero de que ocupan cargos gerenciales, altos puestos públicos e, incluso, son rostros de canales de televisión. Líderes sociales. Algunas veces me topo con ellos. Trato de no saludarlos, pero algunos insisten en acercarse. Es un trato de lástima el que me dedican, saludar al pariente pobre que no fue digno de esa bonaza propia de la enseñanza de los jesuitas.

Recuerdo que el último año de mi generación el rector nos impartía una asignatura. Nos hizo escuchar, desde una radio cassette, la canción El baile de los que sobran, que por entonces era un tema de Los Prisioneros muy vigente.

“Oíamos los consejos, los ojos en el profesor. Había tanto sol sobre las cabezas (…) A otros enseñaron secretos que a ti no. A otros enseñaron esa cosa llamada educación”. El rector nos pidió que escribiéramos nuestro sentir a partir de esa música y letra. Escribí que me causaba entre pena y rabia la injusticia y falta de oportunidades para la mayoría de los jóvenes que no podían acceder a esa educación privilegiada. No recuerdo si el rector me hizo un comentario luego de leer mi respuesta. Sólo me acuerdo de que, al final de esa clase, comentó muy extrañado que esa banda musical no hablara de Dios.

miércoles, 25 de noviembre de 2020

Corriente del vahído


 

Tarde primaveral cargada
de humedad en el ambiente
bruma invisible que condensa
labios insinuantes
juegos de cabellos de mujeres
tan ansiadas como escurridizas.
 
Es la corriente del vahído
invade mis poros
sumido en un calor taciturno
me impide ver con claridad
descifrar la geografía.
 
Caigo embotado en un sueño
amnésico que me suspende
distante años luz
del beso de tu inmanencia.
 
En sueños intento despojarme
aquella bruma ubicua
y contemplar tus ojos transparentes
sin que el aire esfume
la solidez de tus palabras
ancla a mi sed extraviada
en laberintos oníricos.

miércoles, 18 de noviembre de 2020

Cadena en podredumbre

 


Todo encaja en todo armoniosamente
El macho encaja en la hembra y la hembra en el macho
tal como el cuchillo encaja en los labios de la herida sangrante”.
 
Hernán Miranda Casanova
 
 
El pagar con la misma moneda
incuba un riesgo terrible:
ser víctima de lo convexo
puede germinar el cuchillo
la venganza a diestra y siniestra
sin importar el blanco
con la moral de la herida.
 
Hay que restablecer la armonía
¿incluso a costa de engendrar
monstruos que se amparan en el daño?
La cadena humana se pudre.
 
Es más fácil disparar a mansalva
que con pinzas extraer
una a una las balas de la carne
y sanar la piel de las heridas
que el agresor proyectó en nosotros.
 
El inconsciente colectivo
como una máquina hidráulica
donde los vacíos deben ser llenados
con presión líquida que compense
el socavón, seguir el flujo
incluso cuando envenenemos el pozo.
 
No te conviertas en lo que te hicieron
ahoga al monstruo que pulsa
en tu sombra a la espera
de una excusa para ser caníbal
cortemos esta cadena que esclaviza.

sábado, 14 de noviembre de 2020

El dragón mágico

 


A mis sobrinos Seba, Nico y Mati.

 

Etienne es un niño haitiano. Vive con sus padres en la capital de Chile luego de viajar desde su país en busca de una mejor vida. Estudia en una escuela cerca de su casa, pero no hay muchos compañeros parecidos a él. El color de piel y su pelo tan crespo llaman la atención de los otros niños del curso.

“Negro cochino”, le gritan sus compañeros. Etienne se siente triste y piensa qué debe hacer para que los otros niños lo acepten. Una tarde llegó a su casa después de la escuela, llorando, y su mamá le preguntó:

 

     -  Etienne, ¿por qué lloras?

     -   Los niños de la escuela se ríen de mí, mamá. Me molestan, me dicen “negro cochino”. ¿Por qué son así?

     -    Ay, hijo, ellos son niños y no entienden. Nos vinimos de Haití porque allá la vida es muy difícil. Tu papá se esfuerza tanto en su trabajo, construye edificios y yo hago todo lo que puedo lavando la ropa de los vecinos. No les hagas caso, esos chicos no saben lo que hemos sufrido.


Etienne tenía una mascota, un dragón de peluche con el que dormía. Esa tarde tan triste lo abrazó y quiso contarle sus penas. El atardecer fue llegando y la tristeza de Etienne parecía irse con la luz del día.

Antes de ir a dormir fue al baño a lavarse los dientes con su dragón en las manos. Mientras se miraba al espejo, pensaba si su color de piel lo hacía un niño feo o malo. Entonces sintió que le hablaban:

 

      -    Etienne, no estés triste.

 

Sorprendido, vio en el reflejo del espejo que su dragón le hablaba. Se sintió acompañado y le sonrió.

 

     -   ¿Qué te gustaría que sucediera para que pasara tu pena? – le preguntó el dragón.

     -    Me gustaría ser otro niño, me gustaría ser blanco.

     -    Quédate tranquilo, Etienne. Mañana será otro día y tu deseo se hará realidad.

 

El niño durmió esperanzado y feliz, abrazado de su dragón. A la mañana siguiente sucedió lo que le había prometido su peluche: ¡era un niño blanco! En la escuela sus compañeros lo invitaron a jugar fútbol y no lo molestaban. Se sintió tan contento.

Etienne hizo varios amigos en la escuela, que lo invitaban a tomar once a las casas de ellos. Ahora vivía con unos papás blancos que tenían una casa grande, con un jardín muy bonito. Los desayunos eran más ricos, comía manjar, pan con queso y bebía una leche muy sabrosa. Podía jugar fútbol en el patio de su casa y veía las caricaturas que le gustaban en la televisión.

Pasado un tiempo, Etienne se acostumbró a su nueva vida. Hasta que un día llegó un compañero haitiano a la escuela. Sus amigos le dijeron que fueran a recibir al nuevo:

 

      -  ¿Saben por qué los negros corren tan rápido? Están acostumbrados, pues escapan de los leones en la selva- dijo uno de sus amigos delante del niño haitiano, y todos rieron, menos Etienne.

      -   No deberían decirle eso. No es justo- dijo Etienne.

      -   ¿Y tú lo vas a defender?, ¿acaso te volviste negro?

 

Etienne volvió muy triste a casa. Ni la televisión, ni el fútbol, ni siquiera el Play Station lo animaron. Se encerró en su pieza y recordó a sus padres haitianos. Los echó muchos de menos. Se acordaba de las palabras de su madre cuando volvió llorando porque lo molestaban.

 

Fue al baño y en un baúl, lleno de ropa, encontró a su viejo amigo: ¡el dragón estaba ahí! Lo tomó en sus brazos y le dio un largo abrazo. Se miró al espejo y le dijo:

 

     -  ¿Sabes, Dragón? No sé si ahora me guste tanto ser blanco.

     -   Pero era lo que querías, Etienne- respondió el dragón.

     -   Sí, pero extraño mucho a mis padres. Además, los niños de la escuela ahora molestan a otro niño haitiano.

     -   Te entiendo, Etienne. Dime, ¿qué has aprendido de todo esto?

     -   Que no importa mi color de piel. Importa que sea yo mismo.

 

A la mañana siguiente, Etienne despertó en la casa de sus padres, de sus verdaderos padres haitianos. Los abrazó con mucha ternura al verlos de nuevo. Ellos se preguntaban por qué estaba tan cariñoso.

Etienne volvió a la escuela y ahora no le importó que lo molestaran por su color de piel. Es más, muchas veces les respondía, les decía que eran unos niños que hablaban sin saber. Sus compañeros, al poco tiempo, dejaron de molestarlo. Etienne había aprendido una gran lección. Ahora se sentía orgulloso del niño que era.

jueves, 12 de noviembre de 2020

Monstruos en el espejo

 


El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos”, Antonio Gramsci.

 

El hombre me mira desde el espejo

luce mayor cansancio
la piel demacrada, con menos pelo.
Intenta traspasar el cristal
aquel mundo debe estar en ruinas.
 
Era necesario
arder Chile para sepultar lo podrido
incubar en las cenizas
florecer la luz de un rojo amanecer
lanzar vestimentas gastadas a la hoguera.
 
Pero en la tardanza del claroscuro
deambulan monstruos en el espejo
trizan los huesos, conocen
cada centímetro de la piel.
 
Desesperado
sacudo mi cuerpo del esperpento
que asola la mente
coarta la vigilia
soborna los instintos en busca
de ver nacer una piel escamosa
que impida a los poros respirar.
 
Debemos renacer
pero con la mirada cristalina
lavar los ojos
de aquella bruma arrogante
cuales nubes pomposas
que nos confunden y empañan
al tiempo la retina y el espejo.

sábado, 7 de noviembre de 2020

Mi primer silabario

 


A Viviana Vigouroux

 

Aprender a leer. Es lo primero en que pensamos cuando nos invitan a pensar en ese libro que contiene el abecedario, letra por letra, y ejercicios para memorizar su sonido, para identificar las formas de las letras e instrucciones para combinarlas y obtener los significados de las palabras que aprendimos de oídas.

Claro que, con el tiempo, nos percatamos que la realidad también se aprende a leer. Las personas también se van descubriendo, interpretando y otorgando significado al leerlas, al leer sus emociones y psicología.

Como bien sabes, he sido un hombre muy tardío en la educación sentimental. Creo que aprendí a leer a las mujeres a partir de ti. Lo poco y nada que sé del amor me lo enseñaste. Fuimos pololos más de diez años y no olvido la importancia de que seas la primera mujer en mi vida.

Aprendí a leer tu historia, tus secretos y pasiones, los gestos que indicaban cuando añorabas tener cerca a Anaís o la rabia que te provocaban actos de falsedad e hipocresía. También conocí los oscuros fantasmas que pueblan tu imaginario, las sombras que acechan desde tu pasado. Quedan grabados en tinta indeleble los momentos en que nos besábamos en la concina mientras se tostaban las marraquetas por las tardes en La Reina, las caminatas a la amasandería en calle Ictinos, pasear al mediodía de regreso del Colegio Palestina junto a Anaís o esas pequeñas vacaciones en Isla Negra en la casa de veraneo de tus vecinos.

Los pliegues de este silabario también contienen momentos amargos, en los que quise estar a tu lado, pero no siempre logré leer esas palabras recónditas que purgaban por asomar desde tu conciencia triste. Los caminos entre personas que se quieren a veces se bifurcan y creo que hoy eres una mujer distinta, así como yo también he cambiado. Cambios ni para bien ni para mal, sólo que diferentes.

En varias ocasiones terminamos y volvimos a estar juntos. Si hasta Anaís ya se reía de nuestros quiebres amorosos, no nos creía. Qué se puede hacer con el amor / qué se puede hacer si es cosa de él / Qué se puede hacer / si siempre el cariño nos sale tan bien. Cantábamos ese tema de Silvio un día junto a la guitarra de un amigo. Y teníamos claro que hubo muchos desencuentros que iban dejando trizaduras, que no siempre pueden repararse al punto de regresar a ese momento en que nos conocimos, cuando halagué tus dibujos y tú me decías que no querías volver a enamorarte.

Ha pasado mucha agua bajo el puente y las palabras que te describen ya no son las mismas. A pesar de no estar juntos, seguimos siendo amigos, pero la relación a veces tropieza, arrastra pedregones que nos hacen difíciles el flujo de mensajes y el entendernos. No logramos leernos como antes.

Sin embargo, Viviana, quiero que tengas muy presente que sigo considerando que eres una mujer muy valiosa, por tu sencillez en la vida, tus nobles sentimientos, tu sinceridad carente de pliegues hipócritas, el valor inquebrantable que imprimes en luchar por tu hija, Anaís, y el cariño bondadoso que profesas por los seres que valoras.

El primer silabario no se olvida, se guarda en un cajón privilegiado de los recuerdos y, aunque tal vez no se pueda leer como aquella vez cuando aprendimos a descifrar las letras, nunca desaparece de la memoria íntima, la más valiosa.

 


Santiago, 08 de noviembre de 2020

jueves, 8 de octubre de 2020

Profundidad de campo


Oscuridad por unos segundos
aclara la visión, lento
el plató resulta familiar
desconozco al actor en el encuadre
baja la claqueta, acción
sudor corre por su frente
interpelado
ansiedad domina sus gestos.

Actores deambulan, se acercan
difuminados atraviesan el set
a una distancia no reconocible
sus diálogos no siguen un libreto
paneo y escucho las respuestas
¿quién es el protagonista?
¿son todos roles secundarios?

No hubo tiempo para explicaciones
empujado a esta tragicomedia
debo improvisar, ¿cuál es el libreto?
un fardo sobre mis hombros

los reflectores, la cámara
el público reunido y un director ausente
presionan por un ejemplar desempeño
¿vivimos para las expectativas ajenas?

Busco mi rol

intento averiguar el desenlace
el rodaje transcurre y aplasta la luz
jornada interminable, me familiarizo
con otros actores, puedo reconocer
sus intenciones tras las palabras
¿reciben ellos instrucciones?

El actor del inicio se ve cansado

miro sus ojos de cerca
no engañan al lente, ilustran decepción
incómodo, busca su lugar en el set.
Son muchos los intérpretes 
que han sido enfocados
distintos cineastas en las sombras
el plató puede ser el mismo
no tiene importancia.

No es consciente este actor

de que nadie conoce el libreto
todos improvisan en las mismas condiciones
y noto que los roles que le acompañan
dentro o fuera de foco
han desarrollado afecto por este personaje
y ese debiera ser su leitmotiv.


lunes, 28 de septiembre de 2020

Trigo trigaban




Espigas de trigo penden
amarillas sobre otras oscuras
vidrio que se empaña
cuando la salubridad retiene palabras
¡tiempo sin verte!
el beso de saludo no es al género, tu tela
pero contiene el flujo de voces
dosificadas, con precisión
el pensamiento escoge
los intervalos en el tiempo
y entre las otras palabras
bocanadas de marihuana
se entrometen, sorbos de cerveza.
 
Los ritmos de Madonna despliegan
saltos de espigas, una polera negra
con motivo de Placebo, menea
pero sólo entre sus pares
mi género es arrítmico a la melodía
no es bienvenido. Del otro lado
ojos objetan sagaces
tras el cristal de distancia.
Ese género de tela sella tus labios
a besos y respiraciones íntimas.
 
Espigas de trigo en el invernadero
protegidas de virus y violencias
hacen pensar en el Principito
no soy zorro a domesticar
eres un espíritu libre y volátil
mis palabras no dibujan una rosa.
 
Ha pasado mucho virus bajo nosotros
y en muchas primaveras te aventajo.
 
Suspender el tiempo en una imagen
no te acomoda en primera persona
camino al Metro, al regresar
pregunto si te molesta ver ese tiempo
condensado desfilar por el ciberespacio
¿cómo capturarte?, en papel o pantalla
este zorro no busca devorar
sólo caricias a tus campos de trigo
traspasar el líquido de la superficie
mis yemas en tus raíces doradas.
 
El Principito no puede ser domesticado
a través de la frialdad de tecnologías binarias.

jueves, 24 de septiembre de 2020

John Howell, la película



Se encienden los reflectores
baja la claqueta
en el plató no hay instrucciones
actuar, no entiendo el argumento
me interpelan, el celuloide registra.

No soy protagonista de esta tragicomedia
tan sólo un sobreviviente, ansiedad
por los tropiezos en el set
los camarines han sido clausurados.

Tras los cordones, el público reunido
abuchea esta insulsa puesta en escena
monólogo interior que no permea
el libreto escrito para marionetas.

Camus, sin duda, aplaudiría a rabiar
ostentamos el sarcasmo mordaz
de una vida sin propósito, absurda
a la que nadie fue invitado a participar.

No quiero correr por las calles de Londres
huir no es una opción, mi sombra
sería un hábil centinela, en sueños
me recuerda el rol adquirido por azar.

A lo largo de esta bizarra película
he conocido afectos importantes
evocar esos momentos, pie al diálogo
con los escasos roles secundarios
parece ser mi único afán
travelling en tiempo subjetivo
que no asegura un desenlace feliz.


lunes, 21 de septiembre de 2020

La obra



Cuarenta y dos kilos y medio
cargo sobre mis hombros
los siento como el peso del mundo
o de los días que se acumulan
en el letargo del aire seco
páramo donde se emplaza la obra.

Cada saco contiene el cemento
semilla que promete edificar
desafía las alturas por medio
de la ambición e ingenio humano.

Yo sólo me preocupo de trasladar
los sacos desde el camión al depósito.
Trayectos bajo la canícula del verano
me hacen sudar y ver borroso
no distingo a mi mujer que viene
a dejarme la vianda del almuerzo
ni a mi hijo para regresar a casa.

Todo sea por ganarse el pan
y compartir una cerveza con los amigos.
Los días se tornan más calurosos
el cemento pesa más sobre la espalda.

Falta poco, luego iniciará la obra
mis pasos endebles se esfuerzan
camino a tientas, no puedo seguir
se abre el pavimento y un agujero amenaza
con tragarme a un mundo desconocido.

Por las noches sueño que regreso al trabajo
no se acaban los sacos de cemento
se multiplican como plaga
no hay descanso, no es suficiente jornada
la paga no alcanza, hambre y soledad
la obra se pospone un día tras otro.

viernes, 18 de septiembre de 2020

Derribar monstruos


Luego del triunfo del Apruebo, el sentimiento de alegría invadirá a los chilenos. Celebraremos en Plaza Dignidad y la mañana siguiente será más luminosa. Sin embargo, no hay que descuidarse. Sangre envenenada circulará por las venas de la oligarquía. Ante la inminencia de la Convención Constituyente, la elección de representantes y la posterior- horror para ellos- redacción de la nueva Constitución que remplace al monstruo leguleyo de la dictadura, emergerán los espíritus siniestros del tinterillo Guzmán y de íconos televisivos de los ochenta, recelosos de ver mermado su poder simbólico.

Espectros de Enrique Maluenda, el Pollo Fuentes, Don Francisco, Antonio Vodanovic y periodistas como Claudio Sánchez y Julio López Blanco se conjurarán para dar vida a un engendro esperpéntico invocado a defender, con uñas y dientes, el legado de la oligarquía cívico- militar. Estemos atentos, un gigante al que llamaremos Godzilla, construido con las tierras patronales del latifundio y la sangre de los calicheros explotados por la industria del salitre, asolará esta larga y angosta faja, escupiendo prejuicios sulfúricos mientras canta boleros de la Pati Maldonado. 

Tranquilos, no hay que temer. Los cantos de Víctor Jara remecerán la tierra y en medio de la Plaza Dignidad resucitará el querido Negro Matapacos. Con el influjo de la memoria de Luis Emilio Recabarren, Elías Lafertte, Miguel Enríquez sobreviviente de calle Santa Fe y el Chicho retornando con vítores populares a La Moneda, al son de los compases de la Violeta, el perruno crecerá en tamaño y carisma, arremeterá furioso en contra de Godzilla, como solía enfrentar a los pacos de Fuerzas Especiales durante las protestas estudiantiles, y de un violento mordisco hará explotar un chorro de sangre infecta del monstruo oligarca, quien finalmente caerá derribado sobre la estatua del General Baquedano, muriendo monstruo y monumento anacrónico, que despiden olor a naftalina y chicha agria. 

Ya sin obstáculos, chilenos y chilenas podremos escribir con nuestra tinta más sensible las bases constitucionales del nuevo Chile, inclusivo y solidario, sin desigualdades de ningún tipo ni defensa de privilegiados. La vida después del Apruebo será radiante, pero no sin nuestra cuota de esfuerzo y defensa atenta de los ideales que lo inspiran. La lucha continúa. 


miércoles, 2 de septiembre de 2020

Talca, París y Londres




Señal en cruce de autopista
que confunde hasta al más avezado
como a la pequeña lamgen
ensimismada en su witral entona
Ups, I did it again.

Nadie pretende haber inventado la pólvora
sabido es que Chile es un vertedero
de flujos extranjeros que permean
pero es importante metabolizar
y no permitir que el Alma chilena
se convierta en líquido percolado.

Durante los años de rigor de la bota
sufrimos la inundación de imágenes catódicas
emulando al patriotismo y las raíces
con el rodeo latifundista
los Huasos Quincheros y la familia liberal
astuto monumento del siniestro tinterillo.

La herencia de los Padres de la patria
perpetúa la sangre oligarca
O’Higgins fue hijo natural y tirano
el verdadero pueblo son los huachos
y los rotos que se sacrificaron por el salitre
empresarios ingleses se frotan las manos.

La viga maestra del cobre
precipitó la avalancha del influjo yanki
Raúl Ruiz se lamenta en el exilio
en su destierro en París, triste
de ver chilenos alardeando en Starbucks.

Francisco de Miranda nunca imaginó
que sus discípulos enviados a descolonizar
Latinoamérica del yugo hispano
construyeran un Estado que se deslumbra
de la capital donde O’Higgins fue discriminado
cuya bruma sigue confundiendo al viajero
por la señal infame en tierras maulinas.

viernes, 14 de agosto de 2020

Las formas de un país



La foto de perfil del currículum de Chile
omite la cara de Cornelio Saavedra
los noticieros prefieren mostrar
el busto de este personaje
caer estrepitosamente de su pedestal
ralentizar la imagen hasta el cansancio
con la leyenda de Terrorismo mapuche.

Pacificación de la señal de TV 
espejo de cinismo de libros de Historia
bloque de realidad expuesto
ladrillo de arcilla bajo la lluvia
en la pantalla sus grietas son invisibles
chilenos congregados a la hora de once
palpan las imágenes tan reales
como el bocado crocante de la marraqueta.

Hambre, hambre de justicia
Convenio 169 de la OIT
resulta información muy dura
para los libretos del espectáculo
no vaya a ser que disminuya el rating.

Creemos ser un país
y la verdad es que somos apenas paisaje

dibujado por líneas electromagnéticas
las cámaras definen los límites
y los animadores suavizan el mensaje.

El Machi Celestino no tiene lugar
en pantalla ni en titulares.

jueves, 6 de agosto de 2020

Anfiteatro griego


Los actores se ubican en la arena
desplazarse con estrategia
parlamentos se modulan prolijos
acústica de calculada frialdad
máscaras delante de los rostros
tal vez imperturbables, quizás sonríen
la imagen de conjunto responde
a la puesta en escena en el anfiteatro.

Culmina la función, aplausos
los roles permitieron la catarsis
pero ésta ya no debe ser obra
de la dramaturgia y el histrionismo.

El público abandona las graderías
es momento del descanso
bajar las máscaras y exhibir
mejillas tibias y ojos transparentes
el rol queda en libretos y bambalinas.

Inunda al anfiteatro una brisa templada
en palabras del sabio Pavese
podemos hablar con el corazón en la mano
atrás la compostura y protocolos
compartir la poesía sanguínea
recuperar el aliento luego del claustro.

martes, 28 de julio de 2020

Los elegidos



Igualdad ante la Ley
un sarcasmo de la jurisprudencia.
La mujer de la espada ha perdido
su venda para identificar
a la casta de los elegidos
por sobre el vulgo o estado llano.

Los tribunales son escenario
de un sainete burgués
imparcialidad de bisutería
¿justicia o comedia de burlesque?
en esta sociedad de latón oxidado.

Si eres hijo de un senador millonario
licencia para emborracharte
asesinar a un padre de familia
en tu loca carrera por vencer el tedio.

O proveniente de una familia decente
abolengo del sur de Chile
puedes violar a una joven bonita
cuyo único pecado fue emborracharse
y que el tribunal lo considere prueba
de que esta loquilla te incitó al abuso.

Derechos patronales que se heredan
linaje por sobre la moral
casta por sobre la justicia de los hombres
que avala violaciones, explotación y palizas
prerrogativas todas de la estirpe latifundista.

La Ilustración dormida en un legajo
de gruesos libros polvorientos
ideales de dignidad humana
obtenidos con sangre y sacrificio
adaptados a necesidades de prosapia
que resucita títulos nobiliarios
corrompe instituciones de falsa ceguera.

martes, 21 de julio de 2020

Bienes humanos



No hay límites para los poderosos
la piedra en el zapato
que incomoda a los adinerados
será exterminada de raíz.
No aceptan que el vapor nuble su vista
ni que el tedio coarte sus deseos.

Nadie escapa al influjo del dinero
instituciones, gobiernos, justicia
todos tienen su precio
incluso aquellos que no están a la venta
la voluntad será doblegada
por los millones o la fuerza.

Si usted es un hijo de vecino
que no le ha hecho daño a nadie
cuídese. Aunque no merezca enemigos
puede ser objeto de la codicia
convertirse en juguete de multimillonarios.

El valor de la libertad no es sagrado
se corrompe con los cochinos pesos
el poder de la plata transa rutas
destinos humanos al mejor postor.

Lástima de quien pretenda defender
su dignidad ante la prepotencia
de omnipotentes millonarios
sufrirá las penas del soborno a la policía
del tráfico de influencia a los políticos
y de la violencia impune al Estado de Derecho.

Dinero que deformas mentes y conciencias
del iluso ambicioso que se vende
de los poderosos que juegan a ser dioses.

martes, 14 de julio de 2020

Jurel tipo Salmón



Esta es la historia de un jurel
de un jurel que se cree salmón.
Él no asume que es un pez común
y tal vez ese sea su problema.

Se resiste a desovar en el océano
tozudo persigue a hembras río arriba
en una carrera absurda e inútil
para fertilizar los huevos de una compañera
que tal vez no le corresponde
o simplemente es torpe al abordarla.

Pobre jurel solitario en sus ínfulas
quizás las cortapisas que no distingue
sean los osos pardos, águilas calvas
o los pescadores deportivos
especímenes más diestros que él
en el arte de la caza y conquista.

Suspira por sus branquias el jurel
intenta descubrir la raíz de su mal
ese autosabotaje en los mares
idéntico en ríos, campos y montañas.

Su locura lo lleva a pensar
que tiene por accidente genes felinos
pues como los gatos tiende a agredir
a su compañera al intentar aparearse
y recibe insultos, agravios que lamenta
mientras se lame el pelaje y bebe triste
sobre una gran poza de leche derramada.