jueves, 24 de septiembre de 2020

John Howell, la película



Se encienden los reflectores
baja la claqueta
en el plató no hay instrucciones
actuar, no entiendo el argumento
me interpelan, el celuloide registra.

No soy protagonista de esta tragicomedia
tan sólo un sobreviviente, ansiedad
por los tropiezos en el set
los camarines han sido clausurados.

Tras los cordones, el público reunido
abuchea esta insulsa puesta en escena
monólogo interior que no permea
el libreto escrito para marionetas.

Camus, sin duda, aplaudiría a rabiar
ostentamos el sarcasmo mordaz
de una vida sin propósito, absurda
a la que nadie fue invitado a participar.

No quiero correr por las calles de Londres
huir no es una opción, mi sombra
sería un hábil centinela, en sueños
me recuerda el rol adquirido por azar.

A lo largo de esta bizarra película
he conocido afectos importantes
evocar esos momentos, pie al diálogo
con los escasos roles secundarios
parece ser mi único afán
travelling en tiempo subjetivo
que no asegura un desenlace feliz.


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