jueves, 29 de enero de 2015

Relojes lánguidos


Las horas de mi vida son trenes que
atraviesan campos emotivos por
rieles paralelos: misterio, la Física se
rasca la cabeza, días son
minutos, horas que parecen años
una pieza oscura donde soy
adulto y creo palpar mi rostro
de niño.

Una película en que un mismo hombre
coincide de viejo, adulto y niño
tomados de la mano, el presente
está hecho de memoria, de
carencias el futuro.

Serpientes de atardeceres lejanos,
cabos sueltos en mi biografía,
amenazan estrangularme con
alevosía.

Tiendo una silla de playa sobre mi
Cuello para contemplar aquellas
puestas de sol, taciturno, reflexivo
el tiempo no se detiene, caudal
inextinguible, no existe el presente
sus cimientos descansan sobre un
espejismo, ilusión borrosa, déjà vu
nos observa omnisciente y vigila
nuestros pasos.

jueves, 22 de enero de 2015

Sin embargo, creo


Ejercicio de raciocinio, abstraerse
(Aristóteles nos observa)
preguntarse por la condición humana
ser racional,
bípedo implúmedo
o las disquisiciones de Malraux:
necesitamos etiquetas para sostenernos del
abismo.


Creo en el hombre,
los dioses murieron hace tiempo
(Nietzsche es mi pastor)
mas no en todos los hombres,
embutido de ángel y demonio,
como dijera Parra,
la empalagosa miel es irresistible a las
moscas.


¿Cuántos han lanzado la primera piedra
y han escondido la mano?


El ser humano es el animal advenedizo por
naturaleza
embadurnado en excremento,
se alimenta de moscas
y alardea perfume francés en las vitrinas.


Enrique Santos Discépolo canta una oda,
respiran los puros de raza
aplomo digno de sentencia a morir
descuartizado como carne de carroña.


Pese a todo,
es mi porfía
una porfía humana,
demasiado humana
refugiarse en sentimientos nobles
dibujados por dentro de la coraza
de cartón.


Aún creo en la triste humanidad a riesgo
de sucumbir por inocente.

Brazos de un mismo árbol


I           Sombras chinas proyectan la silueta de Platón.
Demócrito aprieta entre las manos su cabeza,
constata la materia.
Aristóteles reflexiona en la biblioteca:
el ocaso se cierne sobre el Gólgota
Cristo derrama lágrimas por las yagas
Clavadas.

II          Cuerpo y espíritu se baten a duelo
dialéctica enajenante.
Roma y Bizancio parecen el único dilema
ruinas de la civilización se desvanecen
en el aire.

III         Rindo una plegaria fúnebre a la dicotomía,
Heráclito amenaza desde la otra orilla
del mismo río.
Me encarno en afecto y razón,
en los objetos que pueblan mi imaginario,
y velan por mi sueño en el dormitorio

IV        Hombre escindido,
Mito de la caverna,
navegamos por la misma sangre
el soplo divino es la creación del intelecto
y la caricia.

V         -Oh poetas,
no cantéis a los pétalos ni al tallo
dejad que la savia circule por la piel.

jueves, 8 de enero de 2015

Almirante


Puede que el poeta Harris haya llegado
a Cipango
las velas se inflaron, alisios desatados
golpe de timón, amenaza de motín
a bordo
Almirante enajenado en su camarote

¿A dónde nos lleva esta deriva en alta mar?
La tripulación se deshidrata
afectos envenenados
líquido salado que trastorna el ánimo

Tal vez seamos los marineros sublevados
de Potemkin
engullendo ratas y alimentos podridos
a falta de dignidad
o sobrevivientes de la Nave de los locos
devorando carne humana
en esta sociedad competitiva


En Valparaíso se embarcan los marineros
muertos
sombras y luces distinguen los ciegos
en busca de las tres coronas

Almirante Colón, estabas equivocado:
al final del horizonte marino
sólo hay precipicio
y la caída es eterna

domingo, 4 de enero de 2015

Pajarito


Burbuja sensible, muñeco de porcelana
resquebraja al contacto con el aire
contaminado
leve brisa, sociedad corrompida

Piernecitas esmirriadas
recién nacido su madre arrugaba el rostro
nervios por mudar al pequeño
no vayan a desmembrase los deditos
criatura vulnerable

Figura de espuma blanca, suave
irresistible tentación el moldearlo
sensación de poder al alza
tan fácil manejarlo a obscena voluntad
jugar a ser Dios

Es Papelucho con sus pecas y canillas
al aire
ignora los ojos ubicuos que lo escrutan
hasta sus huesos endebles
ronda despreocupado sin imaginar
letal fardo ensombrece su cabeza

No es asunto tuyo ni de nadie
¡cómo no compadecerse ante tal nobleza!
sus rodillas atrapadas por el fango
la sonrisa dulce y liviana
dormido el camarón

Su horizonte se yergue desnudo
¿para qué arruinar tal candidez?
derroteros estrechan el camino
ni sospechan sus pasos el matadero
que le aguarda