lunes, 30 de junio de 2014

Enigma risueño


Hace años Wittgenstein, y gran parte de la
filosofía moderna,
lo establecieron con claridad:
el lenguaje está cercado en
sus límites.

Tú disfrutabas tanto al recordar el aforismo.

¿Cómo lo haces, amiga?

A veces creo que logras ver al niño recluido
tras el cristal empañado.

Pensamientos que traspasan la barrera de
la imaginación.

Puede ser, tal vez sólo se trate de un
amor platónico:
infante soñador que proyecta sus anhelos
en tus gráciles curvas,
     en tu sonrisa magnética.

Los madrigales desde hace mucho yacen
bajo tierra.
Tanta cursilería, rimas dulzonas,
pueriles palabras.

Sin embargo, no logro entender qué mundos
descubres tras mis pupilas.

No te culpo, los días transcurren
y ya no estás en edad
de pasear a un mozuelo de la mano
por jardines edénicos.

Travesía


La locomotora lanza suspiros,
combustión incesante de
cruces.
El peregrino atravesó el
desierto,
pero los granos de arena
eran gotas petrificadas
de sudor.

Condenado a archivar tu risa en la penumbra.

Una trapecista desafiando
las alturas,
la soga es un trozo de
horizonte,
en tierra firme la sostengo:
lagrimas de arena se acumulan
en los relojes.

Condenado a archivar tu risa en la penumbra.

Las sábanas fueron zurcidas
con legajos de proyectos.
Temo que al despertar el invierno
toque a la puerta, sediento,
a pedir albergue.

Condenado a archivar tu risa en la penumbra. 

lunes, 16 de junio de 2014

Cavilaciones


He nacido varias veces:
el día de la muerte de Cristo,
cuando Dios estaba enfermo,
pero muy enfermo, mas
la estrella que me guía
por el desierto,
ha sido la misma.

Volutas de cigarrillo en la penumbra,
paseos otoñales por el parque,
atardeceres en el planeta del Principito.

Sangre que rehúyo y necesito,
circulación planetaria en la noche cósmica,
el papel sólo me ofrece esta textura,
mientras Cortázar sonríe con desgano.

Titubeante, indeciso,
llegar al lugar
o a ninguna parte.
Sólo afloro rostros incompletos,
con trágico sino, por cierto,
como Edgar Allan Poe que abraza
el cadáver de Anabel Lee.

Aritmética estéril


“La peor forma de extrañar a alguien es estar sentado
a su lado y saber que nunca lo podrás tener”,
Gabriel García Márquez.



Contemplar los ojos de la mujer amada,
Sus pupilas son agujeros negros, voraz
 la emoción.

Suena la última llamada
es el vuelo al final del mundo.

En la escuela nos dijeron:
la vida es acumulación aditiva:
suma grados académicos,
viajes,
autos deportivos,
casa en Cachagua,
MBA,
seguro de vida,
ahorro previsional,
hipoteca,
colegiaturas.

La aritmética no resiste el espesor
de la sangre.

Observo a mi mujer
la separación es inminente:
imposible frenar el crepúsculo.

Puedes perder todo en una noche de juego,
multiplicar tus bienes en la bolsa de valores,
dividir las hectáreas de tu propiedad entre
los hijos,
sumar canas y restar vigor a tus días,
luchar por un mundo más justo
y recibir la condena del Infierno.

Raya para la suma:

¿Qué queda, entonces?

Ganar y perder
resignarse al dolor,
alzar con soberbia, no hay medida

melancolía sólo queda.