sábado, 28 de diciembre de 2013

Sólo tú


A Viviana Vigouroux


Esfuerzo racional; recompensa.
El escultor
devela su obra de arte
al público.

El mundo se ensancha.
Nuevos actores entran
a escena:
aplausos.

El fruto apetitoso del jardín
del vecino
puede caer
fácilmente.

Entonces pienso en ti:

el cisne es más bello
cuando su
fragancia empapa mi
piel.

Solos
en el invernadero.


jueves, 28 de noviembre de 2013

Biografía


Intenté borrar con el codo
lo escrito con la mano.
Se entintó todo el papel.

Esfuerzo inútil.
Mis huellas sobre la arena
son sagradas.
Abultado fardo que se
arrastra
con una cuerda.
Mi espalda lo resiente.

Y sin embargo la verdad
está ahí.
La misteriosa pieza oscura
que nos recordara Lihn.

Mitos tapiados, sin
oxígeno
invade un escalofrío al
intentar abrir el sótano.

Burbuja ignorante
la vida fluye
como un río.

Viaje


Dejo reposar mi oreja sobre
la carretera,
niebla circundante
espacio lunar sin referentes.

Sobre el parabrisas
la garuga es
triste.
El día está detenido
camino desolado, soy el único
peregrino.

A la sombra de un limonero
Reflexiono.
Siento pasos acercarse
un temor me invade
despierto.

Mateo


Larga marcha en la vida,
Mateo.
A mi lado, a veces,
con reparos.

Existencia llanada,
ruedas de tractor giran
sobre los años,
a menudo a la espera
de una posada.

No fue fácil respirar
cansancio confusión
el faro apagó su luz.

Interpelaciones en suspenso,
esperanza abrigada
no respondes
el silencio es cómodo
de juicio en tela el
afecto, Mateo.

viernes, 15 de noviembre de 2013

Fósiles


Albores del pensamiento
raíz de la filosofía
el hombre del Siglo XXI carece
de espalda.

Cuerpos atrapados en
cemento,
muros que se enfilan eternos,
punto de fuga
prófugo.

El asombro está curado
de espanto,
nada lo turba,
desasosiego
pan de cada día.

La pureza es una
utopía,
imaginar los tres estados
evolutivos:
león, camello, niño.

Nietzsche dialoga con un caballo
herido
en una plaza italiana.

La sorpresa suena como
melodía empalagosa
de amor.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Insensato


Habla el mismo idioma que
sus compatriotas,
mas nadie entiende.

Sus palabras son pompas de jabón,
ingrávidas en el aire,
y la gente sonríe al escucharlo,
con sorna.

Es el bufón del circo pobre,
un espantapájaros
que a nadie asusta.
Gregorio Samsa reclama
airado contra el
jefe.

El ángel Cassiel pulula
por las calles de Berlín,
en blanco y negro.
Nadie advierte su presencia.

Semáforo inválido,
fantasma de Canterville,
la ciencia desconoce el
motivo,
pero desentona entre
humanos.

Sol en las aulas


Jornada de trabajo en
la universidad,
hombres mi alrededor
camino solo no me ven.
El sol sobre mi cabeza.

Recuerdos de seres míos
Memoria asaltada.
Cruzar de un salto el puente:
anonimato.

Una niña danza
a mi alrededor.
Su canto de rondas
silencioso.

Espero mirando el paisaje.

lunes, 14 de octubre de 2013

Marginal


Los orfeones del circo resuenan
estridentes melodías;
payasos y bestias desfilan enhiestos
y los pueblerinos
se encandilan.
Tras bambalinas, sombrío,
Edgar Alan Poe recita
un poema.

Las prensas imprimen frenéticas
palabras y fotografías.
El glamur se solaza,
acicala sus cabellos con peine de oro.
Pero nosotros preferimos acudir
al tugurio que advierte a
la entrada:
Solo para locos.

(Harry Haller comparte una sidra
con el viejo Bukowski
a medianoche en un callejón
maloliente)

La musiquilla de las pobres esferas
no es un bien transable
en el mercado.
¿Asistir a la liturgia
del establishment
para ser leído en los hogares decentes
y señalado con el índice
en la calle?

La poesía no es mercancía barata,
y hace más de dos mil años
Jesucristo lo estableció
en su Arte Poética
a las afueras del Templo,
ante el horror de
los apóstoles.

sábado, 14 de septiembre de 2013

Conversatorio


Los célebres padres
nos saludan,
don Nicanor al desarmar la lira
tradicional,
don Vicente al inventar mundos
nuevos en París.

Mas el susurro de sentido
atraviesa siglos
arcanos,
y los profetas no se convirtieron
en estatuas de sal
al negar el pasado.

Cultura de machos cabríos
eclipsaron delicados
botones
de rosas y fragancia verbal.
Doña Gabriela nunca
fue reina,
y la bella Teresa
lamenta al cielo
el fin de Anuarí.

Todo envuelto en brebaje
de café,
en cigarrillos y humo
de palabras
que se reencarnan en
un pergamino
imperecedero.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Sobre lo arcano


Calles estrechas e interminables,
trastabillar de pies
e ideas. A cada esquina
una ciudad
nueva y desconocida.
El bosque no deja ver
los árboles.

Si la existencia no fuera
un misterio,
la vida es una película
de Hollywood.
El sentido es caprichoso e inasible,
como abrazar una nebulosa
(Cortazar se remece
en su tumba).

El final de la rayuela es
el cielo,
pero ignoramos qué hay
tras el velo de
la muerte.

Por eso Jean- Paul Sartre
se encierra por días
enteros
en su biblioteca de París,
y Albert Camus fuma
angustiado
un cigarrillo en Argel.

Para ellos vencer la muerte
es besarse bajo el
Puente de los Suspiros,
y que los gondoleros
ciegos
comprendan a sus colegas
para no estrellarse
entre sí.

Pero yo desconozco Europa
y jamás he pisado
Venecia.
Sólo junto monedas
para comprarle
rosas
a mi amada
durante mis paseos
por La Vega.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Alma


Las prensas imprimen
con frenesí,
carteles de búsqueda de
un prófugo.
Se busca: El Alma.

El empresario acumula
con recelo monedas
para su colección. El polvo
es el vigía.

Los políticos elevan su
sacrificio,
como Abraham blandiendo
la daga ante
Isaac;
el cencerro de oro
enajena hasta al
más humilde.

Todo se desvirtúa. Hasta
el amor es
moneda de cambio.
La pureza dialoga con El Alma
como mendigos a la
intemperie, en la rivera
del Mapocho.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Ley mordaza


El hocico del cancerbero ha sido
amordazado.
Sobre sus ojos acuosos
Amanda corre
a la fábrica donde trabaja
Manuel.

Pero hay carabineros a la entrada
de la maestranza,
que dibujan hospitales con
su orina
sobre la arena de playa.

Los obreros conversan distendidamente
con la musiquilla atronadora
de sus sierras
que taladran sus sienes.

Sobre ellas se han instalado los tornos
que labran figuras de Odile
equilibrando sus treinta y dos fuettés. 

miércoles, 28 de agosto de 2013

Bruma atávica


Poesía son siluetas de rostros
nostálgicos, esbozados
en la pared del dormitorio.
O asomados por entre las nubes.

Es la travesía por el desierto
al escuchar un murmullo
de sentido.

Un laberinto de espejos
donde no vemos nuestra
efigie,
sino las ciudades a
visitar.

El movimiento telúrico surge
por la noche,
a la hora de los insomnes
y emanan horizontes
inventados,
con sabor a nuestra sangre.

jueves, 2 de mayo de 2013

Crecer



Te conocí muy pequeña, cuando visité a tu madre en la casa de José Arrieta. De la Maite me enamoré al verla dibujar en los talleres de Lastarria. Supe que bailaba en el Municipal y sobre cubículos de las fiestas Spandex, hasta que se embarazó de ti y volvió con sus padres. Estudiamos juntos para la escuela, te conseguí la novela de Lafourcade en Bibliometro, te compré fascículos prácticos de dibujo en el Persa Bío-Bío. Anoche vi en Plaza Ñuñoa unas adolescentes beber pisco del gollete como agua, vestidas con ropa muy provocativa. Espero que no termines así, Palomita.

Este cuento participó en el concurso Santiago en 100 Palabras el año 2013

viernes, 12 de abril de 2013

Olla a presión



A esta hora los perros ladran.
Avanzadas las tres de la madrugada
la noche emite aullidos desgarradores,
las miserias humanas manifiestan
sonidos esperpénticos de rabia
y ofuscación.

Insomne, evoco las palabras
de un sabio amigo
que me comparó con
una olla a presión.
Es que me circunda
sempiternamente una tensa calma,
una fuerza ígnea subrepticia,
la cual no se sabe cuándo
va a detonar.

Más tranquilo que una foto,
decían de mí mis compañeros
de colegio,
mas no sospechaban que
aquella leche en la taza
imprevistamente inflamaba
en maldiciones
e improperios hirientes,
muchas veces ante la más
leve agresión pasiva.

Son muchas las frustraciones,
pienso. Tanta la impotencia
y ofuscación que este hervidero
de ira en algún momento
debe estallar.

No es sano contener las emociones,
ni guardar la compostura
como educado caballero inglés
hasta en las más exasperantes
situaciones.

Intolerancia a la frustración,
problemas para modular y
canalizar las emociones,
sí, me lo han dicho desde niño.

La olla a presión resiste
la agitación incesante y violenta
de moléculas generadas por las
altas temperaturas pero,
como siempre se nos dijo desde pequeños,
todo tiene un límite.

De tanto va el cántaro al agua…

Y cómo no perder la compostura
si los demonios intangibles
jamás se fatigan ni cejan
en sus insidiosas y crueles agresiones.
Pero es que no poseen
ni el más mínimo pudor en disimular
el placer que sienten al denigrarme
con sorna.

Ahora, ya más tranquilo tras un día de furia,
hago un examen sereno y realista
de mis circunstancias vivenciales,
y concluyo que la situación es grave.

La evidencia indica que este tendencia,
lejos de amainar continuará
con vigorosa porfía.
Peor aun, profundizará su apetito
depredador.

Creo en la psicología,
puedo superar estas fisuras
de personalidad.

Sin embrago,

¿cuánto más puede ser humanamente
posible la resiliencia antes de que
la erupción consiga hacer
estallar mi cuerpo?

miércoles, 13 de febrero de 2013

Las oscuras hebras del poder



La décima aventura policial de Ramón Díaz Eterovic nos sumerge en una sucesión de hechos, aparentemente inconexos, cargados de reflexiones sociales, de humor y suspenso, donde los personajes se desenvuelven en una oscura y corrupta telaraña que se teje en instituciones estatales y políticas. En A la sombra del dinero, Heredia investiga acompañado de una atractiva mujer el homicidio de un funcionario público, presionado por misteriosos poderes

Heredia transita de su inhóspito departamento del barrio Mapocho hacia bares, cabarets y centros comerciales, algunos siendo fachadas de oscuros negocios. Se inmiscuye en el establishment de los funcionarios públicos, donde la caracterización del autor es tan minuciosa que se recrean hasta sentimientos personales de los investigados. Incluso hay un capítulo dedicado a la rutina de un orate que se proclama un ángel de tres alas y vive refugiado, al alero de una fuente, de las persecuciones de los agentes de la represión que coartan su libertad.

Díaz Eterovic logra un preciso retrato de Heredia, como un tipo solitario, escéptico y melancólico, desencantado del porvenir sin proyectarse hacia el futuro, con vicisitudes y placeres según la circunstancia. Perfil que se mezcla con sucesos cotidianos de la urbe, breves y fragmentados, que sirven de ensamblaje para la trama policial. Como contrapunto a su vida, persiste la presencia del gato Simenon, un felino parlanchín que logra las reflexiones más agudas en la conciencia del protagonista, generando una dinámica a la narración que es más atractiva que un simple monólogo interior.

Respecto de los personajes secundarios, la sensación no es del todo satisfactoria. Hay una construcción descuidada de sus caracteres. No alcanzan a ser creaciones con vida propia que desprendan un móvil de conducta independiente, sino una mera articulación de las acciones ególatras de Heredia. El propio autor lo justifica: “La soledad de Heredia es el aislamiento de quien no quiere ni puede compartir los falsos valores que hoy mueven nuestra sociedad: la competencia, el individualismo, el exitismo. Es un personaje que prefiere vivir en los márgenes y de ahí, en la medida de sus posibilidades, actuar para establecer su sentido justiciero, para buscar verdades que se ocultan. Y como esta postura vital es difícil de compartir, suele quedarse solo, como tanta gente que hoy, para no ser parte del circo y la banalidad, ha optado por la soledad e independencia”.

Con breves descripciones del paisaje, diálogos lacónicos y significativos y un encauzamiento de la acción dramática, el autor maneja con habilidad el suspenso del desenlace y los ritmos dramáticos. Su personaje Heredia desembrolla una madeja de relaciones entre delincuentes y sus contactos hasta dejar el misterio en un punto muerto. La intriga policial queda irresoluta y es necesario investigar por sobre las esferas criminales, llegar a los hilos del poder, a los mundos institucionales que representan.

En el trasfondo de A la sombra del dinero, Ramón Díaz Eterovic profundiza en la sociedad de las apariencias, el engaño soterrado tras el cual se oculta la dignidad del esfuerzo y la nobleza, en una ciudad de vicios y corrupción ética, donde los rostros honorables son una careta del descalabro conductual de la especie humana. En suma: una crítica a la sociedad de consumo, a la existencia del ciudadano editorializada por los medios masivos, al vacío axiológico supeditado a la subsistencia y al anhelo de una vida acomodada, soslayando los fundamentos morales para alcanzarla. 

Santiago, primer semestre de 2005

domingo, 10 de febrero de 2013

Reclusión diurna



El movimiento de la luz es tan tenue,
apenas perceptible, y sólo una
tibia sensación cala en mi retina
gracias al contraste de este silencio dominical
que se extiende como telón de fondo.

Por la ventana de mi dormitorio
se ve el muro divisorio del edificio vecino,
y más atrás una alta edificación moderna,
recientemente construida,
y cuyos trabajos de albañilería trajeron
más de un estrago a nuestro hogar.

Los ratones se apoderaron
de nuestro departamento,
y durante el día jugábamos a la caza.
Por las noches nos atrincherábamos
con las ventanas cerradas,
y el calor sofocaba nuestros sueños.

Hay poco movimiento esta tarde;
tan sólo las rutinas de las tareas domésticas:
lavar los platos, cambiar la bolsa de basura,
encender luces al atardecer,
mojarse la cara para sentirse vivo.

Todo a un ritmo cansino,
alternando la lectura de un libro
de ensayos de Zambra y la revista
periódica de las redes sociales
en el computador.

Y cada breves instantes los pensamientos
se hacen humo a medida que los expulso
de mi boca, con cada bocanada
de  mi cigarrillo.

He sabido de ti, sin embargo.
Que convenciste a tu novio de que
siguiera una psicoterapia
por su alcoholismo;
que tu hija se divierte en el
puerto de Valparaíso junto a su padre;
que tu familia reposa en paz bucólica
este día de ocio.

Y a pesar de todo a mí me sobra
el tiempo. Mis deberes académicos
están en una pausa estival,
los quehaceres del hogar están cumplidos,
la vida social un tanto postergada,
y el futuro me mira incrédulo.
Ya se cansó de conjeturar
sobre mis acciones a seguir.

No quiero salir a la calle
a ver a los automóviles inmóviles,
a las aves hastiadas de trinar,
a los jubilados en la plaza
mendigar migajas de pan.

Hubo otro tiempo lleno de promesas,
de hilarantes y enriquecedores destinos,
y mi ansiedad se suspendía en la espera.

Es hora de prepararme la once,
de tostar una marraqueta
y beber una taza de leche.
No sé qué alimentos ingeriré mañana
ni al día siguiente de mañana.
Tampoco estoy seguro si ahora desearía
probar aquel estupendo banquete
que me prometieran años atrás.

martes, 5 de febrero de 2013

Desalojo



El Minotauro cerró, por fuera, la Casa Tomada por los okupas.

Cuento presentado al concurso literario Santiago en 100 Palabras 2012

lunes, 21 de enero de 2013

Palabra de mujer



“Un siglo, un día”, antología breve de Mariela Ríos:
Palabra de mujer

          Mariela Ríos Ruiz- Tagle (Santiago, 1951), antropóloga, escritora, poeta y narradora, publica el libro de poemas “Un siglo, un día” con la categoría de Antología breve, sin que esta selección, por sucinta que sea, peque de poco representativa de su obra o sea una muestra que no contenga los elementos más característicos de su estilo y de su singular voz poética.
          Con un excelente e ilustrativo prólogo de la poeta Ingrid Odgers Toloza, la obra incluye dos selecciones de poemas: una correspondiente al período 1980- 1990 y otra de creaciones recientes, alternadas en la publicación sin un orden temático.  El primer conjunto destaca por ser poemas más escuetos que los del segundo. Priman en estos versos la economía del lenguaje, con un tono lírico más seco que los textos más recientes, pero con imágenes y metáforas concisas y de potencia semántica.
          Los poemas más actuales son literariamente más floridos, de pluma más suelta y en los cuales la autora no escatima en detalles. Abundan más figuras literarias, enumeraciones poéticas, incluso pleonasmos, y es usual que un adjetivo acompañe al sustantivo.
          Hay un sentido más narrativo en las creaciones recientes, pero sin eclipsar el carácter eminentemente lírico de la obra en su conjunto.
          Es inevitable notar el influjo de Parra en los poemas del período 1980- 1990, como por ejemplo en “Imagen”, una sucinta reflexión poética sobre la identidad, teñida de un temple taciturno.
          A juzgar por esta antología, me atrevo a definir la poesía de Mariela Ríos como profundamente femenina, en el sentido de la mujer delicada, espiritual, marcadamente sensible, sea desde su fina percepción del mundo como desde el mundo que construye con las palabras: frágil y vulnerable, de suave carácter, mas no por eso menos sentido, menos dolido. Sin embargo, es el carácter sensible de la mujer resiliente, del ser de entereza, aquella que percibe a nivel epidérmico pero es plenamente consciente de su biología reproductiva, aquella que la consagra ancestralmente como un ser más tolerante al dolor por su capacidad de albergar vida en su vientre.
          De esta forma, la sensibilidad se constata por diversas experiencias: en la fuerza semántica de las metáforas sobre el carácter finito de la vida y la convivencia de la muerte entre los mortales (“Calaveras deslumbrantes”); en la desilusión amorosa y en la angustiosa soledad que añora el sensual encuentro con el hombre, hoy ausente (“Lunas clandestinas”); en el desconcierto y sinsentido de la vida a causa de la pérdida de la imagen materna (“Todos mis muertos”); en el sentimiento de vacío existencial, de abrupto anonimato, de absurdo vital y de doloroso ridículo, con bellas imágenes del mundo circense en “Canto a la muerte de un payaso”, pero, en especial, se palpa nítidamente la entereza de mujer, con su acogida amorosa, de ánimo colaborador y, principalmente, de fértil omnipresencia, en el poema “Comunión”. El sólo título alude a estos valores, no obstante la autora identifica el espíritu universal de la matriz con la naturaleza, en un espíritu panteísta, donde la mujer “se funde y ríe sobre las arenas invisibles/ La madera silenciosa de los árboles la abraza/ Y se desliza por sus montañas verdes, infinita”. De forma patente, nos señala que la Madre Tierra es “una dama sin nombre”.
          El icono idealizado del segundo sexo, tanto en sus virtudes de temple como de sensibilidad, es también rescatado en los versos de Mariela Ríos en la figura de la mujer poseedora de una inconmensurable capacidad de amar. Esta potencia afectiva, coherente al símbolo de la fémina fértil y sensual, es exaltada en los atributos de la belleza y del encanto que nos despierta a los varones, los cuales emergen con “silencioso/ juramento/ de/ sirena en la vida”, y son germinadores de vida, pues se alzan como una voz “entre/ muros/ de/ soles/ subterráneos”.
          Tal como lo explica la poeta Ingrid Odgers en el prólogo, la poesía de Mariela Ríos transita entre el modernismo (con tópicos como la angustia por el paso demoledor del tiempo, en “Minuteros”), y el posmodernismo, por su definida voz poética intimista. En efecto, este carácter posmodernista también se aprecia en la obra en su conjunto, pues ubica en un mismo punto temporal experiencias cronológicamente distantes, tanto en el orden alternado de poemas de períodos distintos, como en aquella voz intimista que aúna hechos no contemporáneos, tal como alude el título del libro: “Un siglo, un día”.
          Estos versos son escritos desde la auténtica experiencia, perspectiva genuina que inunda toda la obra, entendida como, en palabras de Odgers, una “inalterable posición del espíritu creador”, lo cual permite esta reunión atemporal de vivencias. Este rasgo bien puede ser identificado con el sentido de la posmoderna frase de Borges, que versa: “En una muerte están todas las muertes del mundo, en un día están todos los días de la humanidad”.
          Ahora bien, el transcurso del tiempo es una temática dominante en esta antología, más allá de su carácter o posible categorización en una corriente estética. De esta forma, el tópico oscila entre la sensación subjetiva del tiempo como un marasmo de lento ritmo, con su evidente cuota de dolor, en “Réquiem”, y la fugacidad de los sentimientos en un tiempo inasible, vaporoso, en “Pianos lejanos”.
          Si bien Ingrid Odgers señala certeramente el carácter íntimo de los versos (conjuntamente con subrayar la autenticidad de la voz poética de Mariela Ríos), en la obra cohabitan poemas inspirados en otros creadores de la palabra, con los cuales Mariela dialoga poéticamente pese a la ausencia de ellos.
          Tanto en “Canción a Pablo” como en “Lunas para mi jardín” abunda el recurso de intertextualidad. Así, la autora le dice a Neruda que le sueñan “pesadillas de llorosas Guillerminas” y le comunica a Eduardo “Gato” Alquinta que le aguardarán “como infantes sorprendidos en la primera/ comunión”.
          Esta breve antología de Mariela Ríos Ruiz- Tagle es muy representativa de su estilo y de su voz poética, delicada y con la integridad de la mujer de temple, etérea y melancólica, pero también revela su deseo de trascendencia, de perpetuarse al convertir su dolor vital en un legado, siempre con su alma elevada, consciente de que “sólo/ el/ cielo/ acoge su danza final”.
          Mariela sublima sus sinsabores para legarnos su poesía cuando anuncia: “construiré a ciegas/ con mi sangre insolente/ las grandes montañas”.


Santiago, primer semestre de 2010

martes, 15 de enero de 2013

Al maestro con cariño



“Luna nueva”, responde orgullosa y con satisfacción en su voz. Quedo un poco desencajado. “¿Se podría saber por qué, Andrea?”. “No sé, profe, porque es un amor imposible. Bella realmente está enamorada de Edward, pero todo se complica, y además los efectos especiales están súper bien logrados, sobretodo en las escenas de los hombres lobo”.
Decididamente suena algo desconcertante la respuesta de esta adolescente alumna ante la pregunta sobre un film que la haya marcado y en el cual vea reflejada su identidad. Con mucho respeto a la saga Crepúsculo y su ejército de fans incondicionales. Pero lo que no me supo responder Andrea espontáneamente es qué elementos propios de nuestra idiosincrasia chilena son fielmente retratados en aventuras de jóvenes vampiros virginales que se desarrollan en un característico pueblo pequeño estadounidense.
La verdad, la ingenuidad fue mía al esperar otra respuesta. La cinta de Chris Weitz basada en la novela homónima de Stephenie Meyer superó los 480 mil espectadores en Chile y fue un fenómeno cultural de masas, incluido el merchandising, que revolucionó a los púberes del mundo entero, amén de sus suculentas utilidades económicas.
Debí haberme planteado esta realidad, que supera ampliamente mi idealista mapa de las nociones de cinematografía, cuando el profesor titular de la cátedra me propuso asumir como docente auxiliar para, en sus palabras, reencantar a los jóvenes con la pasión por el buen cine y sus alcances sociales e ideológicos.
Pero el desafío está comprometido y he visto a lo largo de este año como todas mis nociones sobre cine como expresión de arte, como medio de comunicación de masas objeto de la semiología de la imagen o como instrumento de la Industria Cultural con alcances dentro de la ideología social dominante en cualquier sociedad con intenciones de mantener la estructura de poder, o simplemente como objeto de estudio cinéfilo especializado, contrastaron violentamente con la idea del alumnado de las películas como un ameno panorama de week end, en compañía de cabritas y bebidas gaseosas, junto a los amigos en una de las multisalas de cadenas que tientan a los jóvenes con comida chatarra una vez finalizada la función.
Sin embargo, pese a que el cine es un fenómeno principalmente adolescente, sería injusto atribuir exclusivamente a la gente joven de estas prácticas de consumo cultural frívolas y extranjerizantes. La tiranía de Hollywood se impone en la taquilla chilena de forma transversal a los rangos etáreos de los espectadores.
Sin embargo, sin ánimo de cargar la mano a mis estudiantes, me duele que para muchos de ellos obras nacionales a mi juicio tan notables como “Tony Manero” sean calificadas de aburridas y lisia y llanamente malas. No creo que diste mucho un referente de Séptimo Arte para estos alumnos como para los chilenos en general. Spielberg, parece ser la palabra mágica que, sin desmerecer su mundo de aventuras y fantasías, o su eficiente capacidad narrativa, poco o nada de arraigo identitario tiene con esta larga y angosta faja de tierra y le hace un triste favor a talentos incluso semi desconocidos en nuestro país, como lo son Raúl Ruiz y Miguel Littín.
Cine como mero producto de la Industria de la entretención, e incluso una inconsciente alternativa de evasión. En este sentido me pregunto qué busca el espectador chileno tipo en las salas de cine o en el arriendo de películas.
“Cuando desde el Consejo de la Cultura abogamos por una gran internacionalización del cine chileno, lo hacemos porque estamos convencido de que ese es un conducto muy eficaz para proyectar nuestra identidad cultural en el mundo”, sentenció el entonces Ministro de Cultura, José Weinstein, en un encuentro sobre educación y cultura el año 2005. En efecto, la identidad cultural chilena está en juego frente a la globalización. No existe una cultura global, sino culturas específicas que se globalizan, que adquieren hegemonía en el mundo. Este es el objetivo de la política cultural con respecto al cine, al menos en ese entonces.
No es de extrañar entonces que, desde el año 2004 hasta el 2007 (sólo por citar un registro), los filmes chilenos con suerte hayan superado el millón de espectadores en salas nacionales, en abierto contraste con los de origen estadounidense, los cuales nunca bajan de los ocho millones.
Otro dato duro: el año pasado, la cinta más vista fue “La era del hielo 3” con 1.421.722 espectadores, mientras que la nacional “Grado 3”, marcando un record de taquilla, apenas llegó a 240 mil.
Los jóvenes en mi curso bostezan con desenfado cuando les proyecto películas de Aldo Francia o Helvio Soto, y no es de extrañar, pero el punto es hacia a dónde apunta no sólo la docencia especializada, sino la política cultural y todos los esfuerzos de la modesta industria cinematográfica chilena, incluida la crítica, la distribución, la publicidad, el fomento estatal y también la investigación académica.
No se trata de bregar por un patrioterismo machacón en el Séptimo Arte (soy gran admirador de cinematografía de diversas latitudes), sino más bien de reconocerse en la identidad nacional y buscar una sentido más profundo en el consumo de películas. Las naciones desarrolladas se han visto reflejadas en sus procesos históricos mediante el cine: es el caso del Neorrealismo Italiano y del Nuevo Cine Alemán con la Posguerra. Tampoco apoyar al cine sólo por ser chileno. Pero es un hecho que en el tiempo reciente nuestras películas son más reconocidas en festivales extranjeros que por el gusto de nuestra gente.

Santiago, primer semestre de 2010