Los célebres padres
nos saludan,
don Nicanor al desarmar la lira
tradicional,
don Vicente al inventar mundos
nuevos en París.
Mas el susurro de sentido
atraviesa siglos
arcanos,
y los profetas no se convirtieron
en estatuas de sal
al negar el pasado.
Cultura de machos cabríos
eclipsaron delicados
botones
de rosas y fragancia verbal.
Doña Gabriela nunca
fue reina,
y la bella Teresa
lamenta al cielo
el fin de Anuarí.
Todo envuelto en brebaje
de café,
en cigarrillos y humo
de palabras
que se reencarnan en
un pergamino
imperecedero.