sábado, 14 de septiembre de 2013

Conversatorio


Los célebres padres
nos saludan,
don Nicanor al desarmar la lira
tradicional,
don Vicente al inventar mundos
nuevos en París.

Mas el susurro de sentido
atraviesa siglos
arcanos,
y los profetas no se convirtieron
en estatuas de sal
al negar el pasado.

Cultura de machos cabríos
eclipsaron delicados
botones
de rosas y fragancia verbal.
Doña Gabriela nunca
fue reina,
y la bella Teresa
lamenta al cielo
el fin de Anuarí.

Todo envuelto en brebaje
de café,
en cigarrillos y humo
de palabras
que se reencarnan en
un pergamino
imperecedero.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Sobre lo arcano


Calles estrechas e interminables,
trastabillar de pies
e ideas. A cada esquina
una ciudad
nueva y desconocida.
El bosque no deja ver
los árboles.

Si la existencia no fuera
un misterio,
la vida es una película
de Hollywood.
El sentido es caprichoso e inasible,
como abrazar una nebulosa
(Cortazar se remece
en su tumba).

El final de la rayuela es
el cielo,
pero ignoramos qué hay
tras el velo de
la muerte.

Por eso Jean- Paul Sartre
se encierra por días
enteros
en su biblioteca de París,
y Albert Camus fuma
angustiado
un cigarrillo en Argel.

Para ellos vencer la muerte
es besarse bajo el
Puente de los Suspiros,
y que los gondoleros
ciegos
comprendan a sus colegas
para no estrellarse
entre sí.

Pero yo desconozco Europa
y jamás he pisado
Venecia.
Sólo junto monedas
para comprarle
rosas
a mi amada
durante mis paseos
por La Vega.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Alma


Las prensas imprimen
con frenesí,
carteles de búsqueda de
un prófugo.
Se busca: El Alma.

El empresario acumula
con recelo monedas
para su colección. El polvo
es el vigía.

Los políticos elevan su
sacrificio,
como Abraham blandiendo
la daga ante
Isaac;
el cencerro de oro
enajena hasta al
más humilde.

Todo se desvirtúa. Hasta
el amor es
moneda de cambio.
La pureza dialoga con El Alma
como mendigos a la
intemperie, en la rivera
del Mapocho.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Ley mordaza


El hocico del cancerbero ha sido
amordazado.
Sobre sus ojos acuosos
Amanda corre
a la fábrica donde trabaja
Manuel.

Pero hay carabineros a la entrada
de la maestranza,
que dibujan hospitales con
su orina
sobre la arena de playa.

Los obreros conversan distendidamente
con la musiquilla atronadora
de sus sierras
que taladran sus sienes.

Sobre ellas se han instalado los tornos
que labran figuras de Odile
equilibrando sus treinta y dos fuettés.