el
prisionero recorre laberintos sin pausa
a
ciegas, las paredes se estrechan
sobrevive
el deseo de encontrar la playa
donde
humedecer sus pies heridos
ignora
que sus pasos dan vuelta,
a
través de aquellas camarillas oscuras,
sobre
un mismo globo ocular
mundo
aislado y taciturno
cuyos
horizontes han sido cercenados
para
aliviar el tedio, en voz baja,
entona
melodías empalagosas
resuelve
cálculos mentales
evoca
fotografías de infancia
agotado,
sostiene el muro con su espalda,
hilvana
palabras solitarias
enumera
cicatrices y sellos postales
personifica
su vida en soliloquios
único
resquicio a su inframundo