jueves, 29 de enero de 2015

Relojes lánguidos


Las horas de mi vida son trenes que
atraviesan campos emotivos por
rieles paralelos: misterio, la Física se
rasca la cabeza, días son
minutos, horas que parecen años
una pieza oscura donde soy
adulto y creo palpar mi rostro
de niño.

Una película en que un mismo hombre
coincide de viejo, adulto y niño
tomados de la mano, el presente
está hecho de memoria, de
carencias el futuro.

Serpientes de atardeceres lejanos,
cabos sueltos en mi biografía,
amenazan estrangularme con
alevosía.

Tiendo una silla de playa sobre mi
Cuello para contemplar aquellas
puestas de sol, taciturno, reflexivo
el tiempo no se detiene, caudal
inextinguible, no existe el presente
sus cimientos descansan sobre un
espejismo, ilusión borrosa, déjà vu
nos observa omnisciente y vigila
nuestros pasos.

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