Sombra
marginal
que
pululas por la periferia
de
los hogares concurridos;
vagabundo
harapiento avergonzado
de
tu imagen,
frente
a los ciudadanos
honorables;
herida
abierta, que
no
encuentra asidero
entre
los comensales
que
se convocan a compartir el pan.
Algún
día añorarás
disfrazarte
de hijo de vecino,
para
codearte entre tus pares.
Algún
día desearás
ser
la imagen en la memoria,
que
evoca la ternura de una caricia.
Algún
día anhelarás
que
tus palabras dejen huella,
para
que tus semejantes te extrañen
en
tu ausencia.
Sin
embargo, prefieres emborracharte
con
tu imagen
frente
al espejo;
dialogar
con los seres inasibles
que
construyes en tu interior;
pretender
edificar un imperio
a
escala
a
tus pies.
Las
puertas del ágora
lanzan
murmullos
que
seducen tus instintos.
Placentera
reminiscencia
que
hace brotar el deseo
de
contemplar tu mirada
en
otros ojos,
con
el temor a quedar atrapado
en
la esfera de tu naturaleza
deteriorada,
con
el riesgo a ser víctima
del
exilio de la voluntad
uniforme
que
no acepta
tus
diferencias.
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