miércoles, 13 de junio de 2012

Polifonía atávica



Niña diáfana, que intentas
silenciar los susurros
intangibles
que arremeten
para desmoronar
tu sonrisa,
como hordas de apetito
beligerantes,
sumergiéndote en la pureza
inocente de tu descendencia
más íntima.

Deambulas por las calles
solitarias,
sin percatarte
de la presencia
ni de tu sombra
ni de la luz que la dibuja,
mientras el génesis
se manifiesta en tu interior
a través de trazos delicados
y colores acogedores,
que evocan paraísos áulicos
y hadas letárgicas.

Olvidas que atrapada
en tu cuerpo habita
una bailarina de mirada triste,
desesperada por atravesar
los límites de su claustro,
y no es ella ni el alivio vocal
de las cicatrices del pasado,
que otros mancharon
en tu figura,
el ominoso interlocutor
que perturba tus sueños,
sino la herida que se abre
en tus ojos
cada vez que sientes
la vigilancia de aquella
silueta inquisidora,
que ha escrutado
cada uno de los pasos
de tu vida,
polifonía atávica
que recrudece cada vez
que firmas el dominio
de tu huella sobre el sendero,
cada vez que extiendes tus alas
en señal de redención.

No permitas que el cielo
desfallezca a tus pies,
deja que la paloma
cristalina
que alberga tu corazón
emprenda vuelo
en cadenciosa danza
sobre la acuarela
de tus anhelos
más sinceros.

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