sábado, 9 de junio de 2012

Omnipresencia en el abismo



Cuando era niño
proyectaba líneas cronológicas
de mi porvenir;
ingenuos trazos vitales
que dibujaban una idealizada
existencia
en la burbuja infantil
de mis sueños de infinita
armonía,
sin sospechar
que el transcurso de los años
socavaría el cimiento
de aquel paraíso imaginario,
catapulta temporal
que arrancó de raíz
la parsimonia del refugio amniótico,
azote traumático
que esculpió una figura
atormentada en soledad,
sucesión centelleante
de imágenes ante mis ojos,
diluidas como suspiro
de desilusión,
y en mi horizonte
un precipicio circundante
con mis pies sostenidos
a una reducida meseta.

El abismo lanza sibilinas
plegarias a sentenciar la
ley de gravedad,
mientras mi conciencia
deambula en los sombríos
laberintos mentales,

Y en la perversidad
de la inercia ominosa
que seduce al vacío,
mi soledad abraza
la silueta presente
en mis recuerdos,
mi sombra se regocija
en la acogida de una
bella y cálida figura.
Al cerrar mis ojos,
al girar mi mirada,
pasado, presente o futuro
se sienten al abrigo de tu imagen
omnipresente.

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