Cuando era
niño
proyectaba
líneas cronológicas
de mi
porvenir;
ingenuos
trazos vitales
que dibujaban
una idealizada
existencia
en la burbuja
infantil
de mis sueños
de infinita
armonía,
sin sospechar
que el
transcurso de los años
socavaría el
cimiento
de aquel
paraíso imaginario,
catapulta
temporal
que arrancó
de raíz
la parsimonia
del refugio amniótico,
azote
traumático
que esculpió
una figura
atormentada
en soledad,
sucesión
centelleante
de imágenes
ante mis ojos,
diluidas como
suspiro
de desilusión,
y en mi
horizonte
un precipicio
circundante
con mis pies
sostenidos
a una
reducida meseta.
El abismo
lanza sibilinas
plegarias a
sentenciar la
ley de
gravedad,
mientras mi
conciencia
deambula en
los sombríos
laberintos
mentales,
Y en la perversidad
de la inercia
ominosa
que seduce al
vacío,
mi soledad
abraza
la silueta
presente
en mis
recuerdos,
mi sombra se
regocija
en la acogida
de una
bella y
cálida figura.
Al cerrar mis
ojos,
al girar mi
mirada,
pasado,
presente o futuro
se sienten al
abrigo de tu imagen
omnipresente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario