Un mendigo caminaba por el Paseo Huérfanos
hasta que se detuvo atraído por las luces de una elegante vitrina. Las muletas
de un minusválido se arrastraron para mirar el mismo escaparate, y luego se le
unió un travesti. Petrificados contemplaron a tres maniquíes de rostros
caucásicos y cuerpos de adonis que ostentaban la exclusiva ropa de la tienda, y
eran adornados en el fondo por la distinguida clientela del local.
Permanecieron impávidos aun cuando las figuras artificiales cobraron vida para,
con una mueca de asco, girar en ciento ochenta grados. Hasta ellos les daban la
espalda.
Este cuento participó en el concurso Santiago
en 100 Palabras el año 2006.
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