sábado, 13 de octubre de 2012

Resplandor en la oscuridad



                                        A Viviana Vigouroux

Tendido sobre mi lecho melancólico
en el cuarto solitario,
miro el cielo raso y creo ver
el rostro de la muerte.

Mujer pálida de cabellos oscuros,
seductora y enigmática me magnetiza
en su mirada penetrante.
El caos es el aroma pestilente que me circunda
e impregna obstinadamente mis ropas humildes;
el vacío es mi talante que camina parsimonioso
confiriéndole acción a cada uno de mis pasos.

Los cabellos rubios de la dulzura
inundan el ambiente,
oxigenando mi sangre,
y el Sol responde a las plegarias
regalando un cálido amanecer.

Las cascadas de agua cristalina
de tu sensual modulación de palabras tiernas
transitan plácidamente por mis sentidos;
un alivio luminoso a las tinieblas que dibuja cariñosamente
un esperanzador horizonte.

Eres el faro que orienta a los navegantes
desesperados a la deriva de mi existencia,
en el océano de las tribulaciones.

Tu cotidianeidad delicada y armónica
otorga coordenadas a mi ser errante,
inserta un paisaje idílico a mi desarraigo.

La pradera acogedora se abre a nuestros ojos
y nos enseña el juego infantil,
que culmina en el más tierno de los abrazos.

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