martes, 23 de octubre de 2012

Prepotencia latifundista



No nos interesa si construyes
maravillosos castillos de sueños
en tu interior.
No nos interesa si has reflejado
tu imagen de placentero alivio,
por la entrega de tus sentimientos
más transparentes,
en los ojos de una muchacha.

(Y tu vida está en peligro
si intentas cerrar el círculo con
una suave caricia en su figura).

No nos interesa que hayas desplegado
tus alas de Ave Fénix, luego
de la agonía de atravesar
el desierto del vacío.

Eres un objeto de nuestra propiedad,
un insignificante engranaje
de nuestra majestuosa maquinaria
de producción de moldes cerebrales
en serie.

Olvida tus anhelos más altruistas,
olvida tus lazos sanguíneos y
a tus seres queridos,
olvida los retazos de tus recuerdos infantiles.

No tienes derecho a hablar,
ni siquiera a expresarte con gestos faciales.
Cada uno de tus actos, hasta los más nimios,
está registrado por nuestra legítima
intromisión a tu vida personal y privada.

Acostúmbrate a mover tus extremidades
acorde al movimiento vertical
de los hilos que las sostienen.
Reza por tu vida si osas atreverte
a desafiar nuestros designios divinos.

A nuestros ojos,
en la conducta que te ha sido
asignada ante la sociedad,
eres un borrego domesticado,
el cual sufrirá un cruel castigo
si se descarría.

Recuerda,  ay de ti si insinúas,
hasta con el pensamiento,
que esto no lo hacemos por tu bien;
pues hasta tus ideas,
hasta tus deseos e instintos,
nosotros controlamos.

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