sábado, 27 de octubre de 2012

A los viejos hermanos poetas y comunistas



“Un viejo que fuera comunista,
se sienta a fumar la tarde entera”,
suenan los acordes y voz melodiosa
del talentoso Manuel García.
El tema en cuestión es parte de
la banda sonora del documental
“La ciudad de los fotógrafos”.

Atinente y pertinente, a la vez,
mensaje a los protagonistas del film
(a saber, un emotivo homenaje),
pues con sus cámaras fotográficas
como armas de trabajo lucharon
en contra de la dictadura de Pinochet,
registrando los excesos criminales y
el sadismo que la palabra no nombra,
mas la imagen revela.

Yo, lo confieso con vergüenza,
nunca he leído a Marx ni a sus discípulos.
Pero el vocablo “comunista” suena en
mi memoria desde mi más tierna infancia.

“Comunista de mierda”, solía más bien
escuchar repetir en boca de los adultos,
y en mi inocente consciencia no encontraba
ninguna explicación al origen de esa
rabia energúmena con la cual eran pronunciadas
esas palabras y una serie de diatribas
que le acompañaban de añadidura.

Hoy, a mis 35 años, tampoco me lo explico.

Pero bien es cierto que las palabras de García
encuentran eco en mis pensamientos.

Ahora le encuentro sentido,
y me embraga una tristeza inconsolable,
a la desazón e infinito sentimiento frustrante
de tantos viejos hermanos poetas y comunistas.

Podemos salir a caminar por las calles
del otoño reflexionando sobre
la muerte de la utopía socialista.

Tal vez sea un consuelo,
pero esa devastadora aridez
emocional que experimentaron
grandes nombres de letras
no se agota en la melancolía contemplativa
del humo del cigarro que huye por la ventana.

Mis saludos y honores
al viejo y sabio Poli Délano,
maestro de tantos escritores y
quien fuera bautizado por el propio Neruda,
y a quien en el momento que compartí
tertulias literarias no entendí en profundidad.

No se me iluminó la consciencia a tiempo,
sobre esa fulminante y amarga certidumbre
de que hay cosas que no podemos manejar,
de que en nuestra vida hay aspectos que
escapan a nuestro control, mas no al de
oscuros poderes ocultos y anónimos.

Mai mai Peñi, don Nica. Y pensar que usted cantó:
“¡Tiempo perdido miserablemente!”,
en alusión a los viejos poetas y comunistas
que le antecedieron, que escribieron
esas palabras para asustar al pequeño burgués.

“El pequeño burgués no reacciona
sino cuando se trata del estómago”.

Cierto, muy cierto, maestro de la antipoesía,
mas no fuimos capaces de amedrentarlo.
Por favor, no crea que lo subestimo.
Al contrario, usted es mi modelo
de admiración y referencia,
el ejemplo de talento literario genuino,
consecuencia tenaz, coherencia,
inteligencia elevada y, por sobre todo,
humanidad.

Mas me atrevo insolentemente a creer
que compartirá conmigo la opinión
de que hay ciertos gigantes invisibles
que ni el mismo Quijote sería
capaz de vencer.

Y es el mensaje que me gustaría transmitirle
a compañeros como Gianfranco y Andrea,
aunque tal vez lo sepan o no quieran escucharme.

Ni viejo ni joven, ni comunista ni poeta,
soy sólo un extraño espécimen que rinde culto
y homenaje a estos nunca bien ponderados
próceres humanos,
a través de este insípido y amorfo
intento frustrado de poema.

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