A Viviana
Vigouroux
Una red incondicional para este acróbata,
que suspende sus pies en el vacío,
evocando molinos de viento.
Una represa sólida y confiable,
para contener los llantos caudalosos
de este niño inconformista.
Un abrazo cálido y protector
a este enfermo que aflora
en convulsiones espasmódicas,
ante los heraldos intangibles del absurdo.
Eres como una madre abnegada
que escucha pacientemente,
y se esmera en acolchar
las aristas del mundo cruel,
para depararme un cómodo descanso,
o como una enfermera dedicada
que se sienta concentrada
a los pies de mi lecho de enfermo,
atenta a satisfacer cualquiera de mis
necesidades.
La sabiduría que te entregan
tus años de resiliencia,
me ha brindado un aposento donde solazarme
a la turbulencia que causan mis verdugos,
en parsimonioso desasosiego.
Cual minino astuto, que sabe
cuál hebra de la madeja de lana asir
para desenrollar a este hombre
atribulado de fobias y trancas,
tu cariño insondable es un almohadón plácido
donde tenderme a contemplar en infinita
felicidad
las graciosas sinuosidades de tu bello
rostro.
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