jueves, 13 de septiembre de 2012

La desolación de tu ausencia



Abatido por el transcurso letárgico
de los segundos que dilatan mi soledad,
mi imaginación ha emprendido una travesía
para erigir escenarios ficticios,
donde la sensualidad del áurea
que envuelve tu delicada y acogedora
figura se desvanece,
incitándome a sucumbir
en el naufragio desgarrador
del océano de tu ausencia.

Las nubes zurcirían un velo de penumbra
donde mis sentidos perderían su burbuja,
paisaje enrarecido donde
los semblantes fantasmagóricos
se confundirían con el rostro de la esperanza;
tropiezos de ciego en el que
el tanteo de mis brazos
estrecharía el cuerpo de los derrotados;
laberinto inconducente donde
un prócer o un mendigo
adquieren la misma forma y color.

Cada mañana la ciudad alzaría
sus edificaciones para
aplastar mi voluntad.

Por cierto, si desaparecieras
te reconstruiría en mi interior:
en la sangrienta batalla a fuego cruzado,
eres la serenidad que sensibiliza
a los combatientes a bajar las armas;
en el páramo existencial
de los agónicos desvalidos,
eres la humedad que acaricia
las convulsiones del vacío;
en la desesperanza del extravío,
en la oscuridad de los caminos vitales,
eres el fuego que enciende
los horizontes que guían al descanso.

Sangre que levanta mi cuerpo,
columna vertebral de mi existencia,
tu presencia tácita es el oxígeno
que inspira cada uno de mis actos.

Tu silueta en mi memoria
es la señal en el espacio
que orienta mi destino.

No hay comentarios:

Publicar un comentario