jueves, 6 de septiembre de 2012

Evocación edénica



Puedo sentir la tierra que me nutre
desvanecerse como la fugacidad
de una ilusión desmoronada,
y yo en medio tiritando por los vientos del destino.

Puedo ver a las líneas del sendero virgen
dibujar figuras que encarnan
a verdugos inclementes,
y desequilibrados
se abalanzan sobre mí.

Puedo confundir los rostros
que me acompañan en mi travesía por el desierto
con semblantes de aciagos días remotos,
cuando una mano extendida en señal amistosa
se asemejaba a un puñal traicionero.

Pero el jardín edénico que florece
exuberante al evocar tu imagen,
jamás será desfigurado,
como manantial de alegría que no se extingue
al paso de revoluciones,
confinamientos enajenantes
ni la languidez del horizonte.

Pieza a pieza te he reconstruido,
desde trazos indelebles
que quedaron grabados en mi memoria
como anhelo del paraíso perdido,
y me basta imbuirme en mi interior para ordenar
cada uno de los elementos del universo
en una geografía armónica
a las hermosas líneas de tu figura.

Una ola de reminiscencia que revienta
contra las arenosas edificaciones de mi nostalgia,
y limpia mis ojos a la contemplación desnuda del sol.

Un mensaje de manidas palabras
que navega dentro de una botella,
a través de un océano de tribulaciones
esperando acariciar la ausencia,
para despertar el surgimiento
de tu maravillosa sonrisa.  

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