Habitualmente
miro alrededor
y
constato aliviado
que
los océanos están serenos,
y
un cielo limpio y transparente
vigila
el aire cálido que nos revitaliza,
mientras
las mujeres dan a luz
niños
hermosos;
y
los jueces son ecuánimes
ahuyentando
las sombras oscuras;
la
tierra gira cadenciosamente
al
ritmo del canto de los ruiseñores;
y
siento que cada transeúnte
que
cruza una avenida,
o
cada hoja que cae en época otoñal
tiene
una razón de ser.
Es
que la imagen nítida de tu figura
ampara
mis emociones,
como
un ángel protector
que
me acompaña hasta en las vigilias,
y
su silueta radiante me orienta
incluso
en los senderos más aciagos,
y
por las noches puedo cerrar mis ojos con placidez
al
abrigo de tu dulce recuerdo,
sin
el temor de ser acosado
por
los verdugos intangibles,
que
pactaron con el sin sentido.
Sin
embargo, hay breves instantes
en
que la tierra sobre la cual reposo
se
levanta intimidante al pensar que tu imagen
se
desvanece como una ilusión herida.
Tal
vez mis pasos torpes me desvíen
del
camino que con tu cariño has dibujado,
y
me encuentre perdido en el desierto
(o
atrapado en el laberinto inconducente del absurdo).
Tal
vez mis manos carezcan del soplo de vida
y
no pueda moldear un cántaro
donde
puedan descansar tus anhelos.
Tal
vez estas palabras se han revelado
y
bailen una danza burda,
que
sólo retrate a un espantapájaros
tan
lastimero
que
ni las aves se posen sobre él.
Si
tú desapareces,
los
cursos de agua se evaporarán
causando
la hambruna devastadora de los pueblos.
Si
tú desapareces, los hombres dejarán
de
creer en el amor y la bondad,
y
se sentarán resignados
a
esperar el día de su muerte.
Si
tú desapareces, los niños perderán
el
gusto por los juegos inocentes,
y
se vestirán de adultos conformistas y educados
en
la parsimoniosa burocracia.
Una
ciudad azotada por la inhumana crueldad
arde
en llamas a mi alrededor si tú no estás en ella.
Los
pediatras asesinan a los recién nacidos,
los
obreros destruyen los edificios,
los
policías golpean a los ancianos indefensos.
Pierdo
los deseos de caminar
cuando
el horizonte languidece abatido
al
mirar hacia el vacío de tu ausencia,
y
es entonces cuando renazco en la esperanza
de
perderme en la profundidad de tu mirada
al
contemplar tu hermoso rostro sonriente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario