viernes, 23 de noviembre de 2012

¿Tú también, Brutus?



La vecindad me saludaba cordial
por las mañanas,
en el inicio de mis satisfactorias
labores, pues cada paso
en la edificación de mi arquitectura
poseía el sudor ufano
de cincelar la figura de un hombre
humilde y generoso,
recipiente de satisfacción en el
modesto proceso creativo
de un imaginario plasmado por palabras;
representación de la presea emocional
de doblegarle la mano al sufrimiento.

Llevaba una vida austera
y desapegada de todo bien material,
mas recibía una recompensa
mil veces mayor que la pecuniaria:
el amor puro dignificaba
mi espíritu, en el regocijo
de las caricias auténticas
y altruistas de la noble bailarina,
quien dibujaba un entorno edénico
en su graciosa danza.

Un día percibí, a hurtadillas,
que los vecinos cuchicheaban
a mis espaldas,
y los transeúntes me observaban
con disimulo.
Más que discreción,
aquello era rastrero cinismo.

Me acerqué a la casa donde
cultivaba mis sueños;
armoniosamente organizados
los celadores cerraron
mis pasos en una cadena humana.
Mi carrera por la libertad fue inútil.
Se adelantaron por todas las calles
y avenidas para vigilar cada una
de mis torpes zancadas,
frustrados balbuceos en busca
de redención.

Desesperado, con la angustia al cuello,
intenté refugiarme en festivas e inocentes
imágenes televisivas,
aquellos rostros de sonrisa eterna.
Mas hasta los más benevolentes
rasgos faciales desenmascararon
una ominosa conspiración;
profirieron feroces maldiciones
en contra de mi solitario desamparo.

De la estupefacción pasé a la tristeza vulnerable,
pues constaté que incluso aquellos actores
del escenario solidario (aquella espuria solidaridad),
eran parte de una siniestra conjura.

La desesperanza se apoderó de mí al palpar el fraude.

Con agonizantes fuerzas alcancé
a murmurar, con voz adolorida:
¿Tú también, Brutus?,
cuando el ícono del espíritu solidario
mostró amenazante sus colmillos
y se abalanzó traspasando la pantalla
del desvencijado televisor,
para luego clavar justo en mi corazón
una letal daga traicionera.

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