martes, 6 de noviembre de 2012

Trayectoria de caída



Considerar que la voluntad es
como la flor del amor,
que en la medida que se alimente
crece y se hace fuerte,
no me parece muy equivocado.

Sin embargo, corroboro que
en algunas personas
esta tendencia no es
ley universal, pues sus
deseos de edificar
los proyectos vitales
languidecen como un junco
con la proximidad del calor.

Entonces me preocupo, en
especial si se trata de seres queridos.

¡Cuántas veces te cantó odas,
mi doncella triste!,
mas ahora me despierta un
sentimiento más que laudatorio
de aprehensión sobre tu futuro.

Lamentablemente (y lo digo
con mucho respeto),
la constancia es un bien
escaso en tu inventario emocional.

Mi bien amada, si pareces
un cometa en caída libre
hacia nuestro planeta,
pero cuyo destino es desintegrarse
antes de tocar la faz de la Tierra.

Como que te desvaneces y tu vigor
se silencia, o bien eres
un volantín que pierde el hilo.

¿En qué cielos u océanos te puedo
encontrar cuando te extravías?

No vayas a ser como la perrita Laika,
pululando eternamente por el espacio exterior.

Sé de tus esfuerzos y afanes,
de tus tropiezos y sacrificios,
pero me preocupa que quedes
como una niña que juega descalza,
con las manos vacías sentada
sobre tierra infértil.

Por la empatía que nos une,
a veces pienso que estas tribulaciones
no son más que una proyección de
mi identidad en tu grácil figura.

Mas si me es concedido pedir un deseo
al ver caer un cometa,
yo cifraría todos mis anhelos
en asegurarte un futuro de calma
y felicidad.

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