Instinto
de vida arrabalero, los Bajos Fondos desprecian
la
vida acomodada:
el
riesgo, la gallardía, zonas inseguras; torbellino que aturde,
sin
lugar al pensamiento ni al sosiego.
El
hábitat natural del poeta es la marginalidad,
ser
consecuentes acarrea sacrificios abnegados,
la
vida del pobre puede ser muy sabia,
voluntad
que envejece.
No
se puede jugar al burgués fariseo,
y
rendir cuentas a la vida sólo bajo el chorro
de
las luminarias.
Hijos
del tránsito histórico, víctimas de las circunstancias:
los
cerdos son conscientes del afrecho
que
le ofrecen los humanos.
Palacio
de espejos circense, la fisonomía se disuelve
en
máscaras de carne prestadas.
(el
determinismo no pasa de ser un enunciado)
Antaño,
por tierras edénicas
que
atraviesan el lar,
solía
rendirle tributo a las manos de Dios, marioneta
dócil
y sumisa,
pasividad
que se rebela al seducir los hilos.
(Pirandello
llora desconsolado, sus personajes
se
han emancipado)
Dueño
de mis actos, capitán de mi destino,
quise
ser el arquitecto de mi propia urbe,
mas
el Peso de la Noche aplastó
mi
peregrinar.
Aire,
Tierra,
Cielo,
Escombros,
las
antípodas se divierten jugando a las escondidas,
y
no son más que asientos de la rueda de la fortuna
del
gran circo de la vida:
los
niños ríen, se divierten.
Estamos condenados a
nuestra libertad
Albert
Camus increpa hasta la saciedad
la
hipocresía de alcurnia de Jean- Paul Sartre:
él
creció en poblaciones argelinas,
su
rival se rodeó de una magnífica biblioteca,
distancia
del conocimiento erudito.
Nadie
quiere escupir en su acta de nacimiento,
ni
olvidar los paisajes de infancia:
buscamos
transparentar el pensamiento
que
carece del olor de las callejuelas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario