Difusión de obras literarias:
Trabajo de Artesanos
- No basta con que un escritor publique un libro para
luego sentarse en su escritorio a esperar que los críticos lo comenten. El
autor debe realizar todo un trabajo previo considerando que la crítica no
aumenta sustancialmente la venta de libros.
“Si alguien se
queja porque no lo han comentado, yo le recordaría lo que es la primera tesis
que siempre han planteado los escritores: yo escribo porque es lo que siento,
es lo que necesito botar, no importa cómo opinen de mí”, sentencia Marcelo
Cabello, editor de cultura y espectáculos y crítico literario del diario
digital El Mostrador, ante el escenario hipotético de un escritor resentido por
el trato de la crítica nacional.
Para Cabello hay
ciertas etapas que un escritor se debe ganar antes de ser reseñado por un medio
de comunicación. “No basta con decir publiqué y quiero que mi obra esté
comentada, el trabajo no sólo termina cuando escribes y te editan. Yo soy de la
idea de que el autor no debe quedarse encerrado en su pieza”, señala el editor
de El Mostrador.
En este sentido,
agrega que el escritor “también debe hacer un trabajo de mostrar su obra desde
lo más pequeño, quizás participar en ferias literarias donde tiene que ir a
leer, ser parte de actividades de cuenta cuentos, de talleres, postular a
proyectos”.
Respecto al
descontento de muchos incipientes escritores que acusan a la crítica de
favorecer a ciertos autores reconocidos, Cabello aclara que “hay elementos
básicos en el inconsciente de cada persona al momento de comentar algo”, por lo
cual valida una cierta objetividad en la crítica. Sin embargo, reconoce que hay
elementos presentes en ciertos libros que calan más profundo en los críticos,
razón por la que cada comentarista tiene sus autores favoritos.
Sobre el mismo
punto, Cabello señala que existe una selección en los libros a criticar y es
enfático contra quienes lo acusen de elitista. “Yo no sé dónde está escrito que
todo lo que se publica se tiene que comentar”, afirma. Siguiendo su argumento,
agrega que “si vamos a criticar libros, vamos a tratar de seleccionar lo que,
en general, es positivo”.
No obstante, el
crítico literario indica que muchos comentaristas buscan voces nuevas en la
literatura, generando un aporte a escritores potenciales que son las apuestas
de las editoriales. “La mayor exposición de comentarios de libros tiene que ver
con autores reconocidos, pero aun así uno puede encontrar en El Mercurio, en
las revistas, en sitios y portales de Internet críticas de libros de gente desconocida”,
aclara.
Consciente de la
importancia que para los autores no consagrados significa una crítica literaria,
Cabello asevera que “un autor desconocido que saca su primera obra va a ser
agradecido de que salga un comentario, porque siempre tiene menos posibilidades
de ser nuevamente publicado”.
Sin embargo, esta
cobertura mediática de su libro no significa necesariamente un aumento de sus
ventas. En este sentido, el editor de El Mostrador es claro en decir que “yo
creo que no es decisiva la crítica en la evaluación que va a tener un lector a
la hora de decidir si compra o no compra un libro”. Cabello argumenta su
opinión justamente en el reconocimiento de los autores que generalmente tienen
aquellos que circulan en librerías y son objeto de crítica.
En este sentido,
Cabello agrega que “finalmente los comentarios les preocupan más a los autores
que a los lectores, e incluso le preocupan más a las editoriales que a los
lectores, porque en definitiva el negocio es más de los sellos que de los
escritores, que solamente se llevan el 10 por ciento de las ventas de los
libros”.
Sobre los
criterios de objetividad que se manejan cuando el autor conoce al crítico, sea
en caso de amistad o tirria, Marcelo
Cabello señala que “cuando se produce una crítica ácida, ponzoñosa y uno ve que
en otros medios se da al revés, yo creo que eso termina devolviéndole la mano
al propio comentarista”. Para el crítico de El Mostrador “el lector percibe que
ahí hay algo más que en la crítica objetiva”.
En relación a
este caso Cabello ejemplifica con la circunstancia que le ocurrió al destacado
escritor nacional Poli Délano con su libro “Mi Tío Policarpo y Yo”. Un
comentarista de libros de Las Últimas Noticias argumentó que los cuentos
incluidos en ese volumen ayudaban a conciliar el sueño, a lo cual Délano
prefirió abstenerse de enviar una misiva al diario, pues consideraba que esa
crítica perdería legitimidad al ser contrastada con las publicadas en otros
medios de comunicación, frente a lo cual se desprestigiaría el crítico de LUN.
Lejos de hacer un
panegírico de su oficio, Marcelo Cabello admite falencias en los críticos
literarios. “La crítica demuestra que va muy al ritmo de como son los tiempos
de los medios de comunicación o del mismo mercado, que se hace con una
inmediatez sorprendente. Se lanza el libro y a los dos o tres días se ven
comentarios en distintos lados”, afirma. Sobre esta realidad, Cabello denuncia
que en ciertas críticas literarias “falta rigurosidad, no se da el tiempo para
una lectura reflexiva”.
Santiago, segundo semestre de 2007
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