domingo, 2 de diciembre de 2012

Dormir abrazados



Nos tendemos en la cama
desordenada,
a la caída del ocaso,
abrazados, exuberantes de arrumacos,
sintiendo que la desnudez
de nuestros cuerpos teje una textura
de piel indestructible al paso
de los años.

Tal vez la semilla de este
encuentro carnal crecerá libre
y desenvuelta,
indemne a los embates
del destino insidioso.

Tal vez la memoria de esta
amorosa unión se consagre
en los anales del tiempo,
y se conserve incólume
al dolor de la ausencia
infligida por la imposición
forzosa de la distancia.

Entonces, ¡qué libres seremos
en el sentimiento tierno de la caricia
que no se doblega a la tiranía
del orgullo mezquino!

Sellemos con un beso
la pasión auténtica,
que prevalecerá a la erosión
caprichosa sobre la ciudad
de los suspiros primaverales.

Ahora nadie podrá enajenar nuestros cuerpos
confundidos en el cariño de un abrazo sincero.

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