martes, 4 de enero de 2022

Impasible

 

Nada te turbe, nada te espante; todo se pasa, Dios no se muda; la paciencia todo lo alcanza. Quien a Dios tiene nada le falta”.

Santa Teresa de Ávila

 
 
Los grados Celsius festinan
en el sordo letargo abrasivo
hierve el pavimento y su alquitrán
la canícula del verano
sobre las calles de Santiago de Chile.
 
Pasos torpes, garganta hiere
la sequedad en los ganglios
cuerdas vocales incapaces
de emitir palabra alguna.
El aire espeso difumina la visión.
 
Espejismos, ilusiones ópticas enarbolan
imágenes de otro tiempo, lugares remotos
vasos comunicantes con vidas pretéritas
ancestros saldando deudas en el averno
la falta de carácter es una factura
impaga, caduca, grabada a fuego
en la conciencia de los sobrevivientes.
 
Una gaseosa mitiga por instantes
el marasmo y la opresión desértica.
Enciendo un cigarro, ola de calor se dispersa
una muchacha se sienta a mi lado
fuma coqueta y juega en la pantalla líquida
la presión atmosférica impide
que segundos y hechos fluyan
oprimidos en el sopor del tiempo.
 
La muchacha se aburre
tras un desdén, camina ofendida.
Muros de vapor caliente impiden el paso
avanzo con esfuerzo en el Mar muerto
el peso de la culpa sobre mis sienes.
 
En la esquina hay gritos y alboroto
una joven azorada exige justicia
tras la embestida brutal de un vehículo
que atropelló su dignidad, como si nada.
Rostros congregados alrededor del accidente
que por su crudeza estremece.
 
Dejo atrás la crónica policial
sin alterarse el más mínimo rasgo
de un semblante que imita el plástico
tan artificial como impasible.
 
La sangre circula, hierve y punza
mi piel no es indiferente
el sopor oprime
implacable hasta anularme
sabotea mis lágrimas
al evaporar todo fulgor lumínico
sumido en el agobio de una rutina
plana y desértica
como el pavimento bajo mis zapatos.

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