domingo, 3 de mayo de 2020

La profundidad del charco




Cuando el niño era niño,
andaba con los brazos colgando,
quería que el arroyo fuera un río,
que el río fuera un torrente,
y este charco el mar”.


Peter Handke


La cara de un niño
reflejada en un charco
me observa inocente.

El mundo de entonces
era asimilable a este charco
se ignora lo desconocido
se ignora la ignorancia
una certeza para aquellos años.

El mar diverso
en rostros, vestimentas y libros
por el que hoy navego
me resulta denso, áspero
ciertos días
mar Muerto cuya salinidad
impide avanzar.

Pero es un mar nutritivo
con millones de ingredientes
tan disímiles entre sí, Babel
que me hace más sabio
la mirada se vuelve profunda.

Las asperezas de la piel
en el caminar salino
se tamizan al recordar el charco
el mundo de infancia.

Observo el rostro del niño
al otro lado del charco
estiro mi mano para acariciar
sus mejillas tersas
y me invade una paz interior
un olor de tierra húmeda.

Grano de sal en el mar
distinto a todos, igual a cada uno.


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