Santiago es un joven con determinación. Donde
pone el ojo, pone la bala. Persigue sus objetivos en una carrera lineal, sin
distracciones. Es un valor que le inculcaron sus padres y, para reforzarlo,
pegaron anteojeras a las sienes del hijo. Sin embrago, un hada se le interpuso
en su camino. Lo sedujo y tuvieron una noche de pasión a la luz de la luna.
Mientras Santiago dormía, el hada deprendió las anteojeras y se las llevó
consigo. El joven despertó en medio del bosque confundido. Podía ver en todas
direcciones y giró en 360 grados buscando su ubicación original. Superado el
mareo, ahora recorre el mundo en distintas direcciones, intenta encontrar
nuevamente a la misteriosa criatura de los bosques. Tal vez ella pueda regalarle
una brújula.
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