Tal vez fueron sus
ademanes elegantes
delicadeza sutil que
me embobó de lleno
caí rendido a los pies de la doncella
sin considerar que su alcurnia me era ajena
Un vasallo haciendo la corte a la emperatriz
cumplidos barrocos y dádivas a granel
mascota acurrucada a sus zapatos de charol
el amor cortés en tiempos modernos
Sin embargo, mi perseverancia rindió frutos
la dama noble se enterneció, me buscaba
disimulando la timidez en su orgullo henchido
minucias del romance de las que nunca fui hábil
Una cita en un café del barrio alto fue clave
armado de valor, le declaré mis sentimientos
su
pecho se abrió como una granada turgente
y me
saltó su corazón a la cara*
Muchacho insolente, me recriminó con rabia
salirme del protocolo, ofensa imperdonable
debí marcharme resignado, con el orgullo herido
y una lección que en vida jamás olvidaría
*Bernardo Grez, en “Eros y Tanatos”
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