miércoles, 3 de junio de 2020

Asepsia



La pulcritud de los muros
de la residencia del ministro
no desentona con su delantal médico.
Las alacenas rebosantes de alimentos
hasta el aire que respira es limpio.

Origen del daño ocular
miopía que impide ver
más allá de sus narices
de las dependencias de Clínica Las Condes
o del patio del colegio particular
de infancia. Nunca salió del horroroso
barrio alto, ni del linaje burgués.

Ni en sueños imaginaba
ese otro Chile que es su Chile
escondido tras discursos mediáticos
para impedir que la podredumbre tizne
las camisas Polo o sus lentes GMO.

Ministro, en los conventillos que usted no ve
chilenos sufren por el hambre
huelen a orines y las zonas pudendas
duelen por el hacinamiento.

Los ojos de esos que no conoce
tropiezan con las mismas caras
día a día hasta la psicosis
el Covid- 19 debilita sus pulmones
la peste abraza sólo a los márgenes.

No se trata de alienígenas
ni de chavistas venezolanos
los que remecieron conciencias en octubre
son aromas pestilentes, emergen
ante su descaro de reconocerlos
cuando la carne ha sido infectada
y no se le arruga la piel
en vociferar al país el sincericidio. 

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