jueves, 13 de febrero de 2020

Arrecia el oleaje




Vincent van Gogh corre por los senderos
arranca de los muchachos de la aldea
niños que lo apedrean, incapaces
de tolerar la diferencia.

De súbito, arrecia el oleaje
en la campiña del sur de Francia
o por las avenidas de Santiago de Chile
implacable, marea que no perdona.

Surge un instinto, desaparecer
deseo irrealizable
tal como preconizara el viejo Parménides
Pues nunca esto dominarás:
ser los no entes.

El ansia de esfumarse
para capear las olas
ha sido negado por toda lógica
inútil agitar el ojo sin vista
y el oído retumbante.

Pero también se frustra el logos
en su intento por discernir
esta falta de humanidad responde
más bien a un prurito natural de la carne.

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