Un
manto de bruma cubre Santiago
sus
tentáculos, extiende
por
toda esta larga y angosta faja
manto
de silencio y temor
oprime
sordo las conciencias.
Es
el Peso de la noche
fantasma
de Portales que aplasta
las
sienes de Balmaceda
sordina
de alarido en el 91
boicot
a la Radio Magallanes
interrumpe
el metal tranquilo de la voz
(en
Grecia 907, el Topo
se
ahoga en el ronquido de su garganta).
Sobre
tres pilares descansa este manto
Estado,
Ejército, Iglesia
burócratas
vigilan nuestros pasos
registran,
clasifican, archivan
no
hay grietas en este muro
el
oxígeno se extingue.
Olla
de aceite hirviendo
ruido
subterráneo
soliloquios
de cesantes, morosos, indignados
la
interminable marcha de estudiantes
jubilados
que ya no alimentan palomas
madres
acuden a parir a la intemperie.
Zumbido
ensordecedor asciende
columna
de aire y sudor
las
venas abiertas de América Latina
fluyen
como ríos desbocados
arrastran
represas y relojes
por años burlados por
unos y por otros.
El
manto se hincha, un globo tenso
pujan
moléculas, voluntades
en
una olla a presión
Chile
asoma sin miedo su rostro
dignidad
al rasgar vestiduras.
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