¿Endulza
la vida, mijito?
azucaradas
palabras cubren el lodo
son
espejos torcidos que engañan la vista
eufemismos,
nos ayudan a digerir
aquel
último sorbo de café amargo.
Es
la piel de los humanos
a
falta de lo rugoso del elefante
protege
de mentiras frente a la intemperie
acaramelado
regocijo en el hastío.
De
niños nos enseñan a ofrecer la otra mejilla
pero
nadie nos advirtió del dolor
ni
sobre el desplome de la realidad:
la
sonrisa del traidor luce más placentera.
Llanto
nietzscheano
humano,
demasiado humano
la
ingenuidad, parte de la naturaleza
impuesto
muy caro entre los adultos.
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