me recibes en la puerta de tu casa
un insípido beso al reencuentro
cara a cara, solemnes
y comienzas la elegía
vapor de café, enciendo un cigarro
clavas tus dardos en mi piel
la herida sangra, me siento diluir
el fuego en tus ojos persiste
a tu mirada, soy un castillo de hielo
amor, pretendes que traduzca
del mundo a tus imágenes de infancia
emisario entre la urbe y tu claustro
y sólo aspiro que observes nítido mi pesar
por el castigo de tus bastonazos de ciego
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