“Nosotros, los de entonces,
ya no somos los mismos”, Pablo Neruda.
Poema veinte, en “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”.
Las
promesas de amor eterno mirando la luna
quedaron
sepultadas en la adolescencia.
Fue
nuestro mayor tropiezo:
sobrevivientes
en el desierto de carencias
la
dulzura fue paño húmedo a las cicatrices
Pero
había que alimentar a la prole,
hombre
proveedor a fin de cuentas:
pagar
el Transantiago
buscar
el nuevo jumper para la Anaís
comprar
jamón de sándwich para la once
aprovisionarse
de cigarritos para el invierno
y
las palabras de amor, sencillas y
tiernas,
se
hacían sal y agua
Densidad
en el ambiente
gestos
que discursean con enfado
ponzoña
en vocablos y miradas
ni
tu familia ni la mía nos querían de la mano
Sombras
chinas se proyectaron de tanto
encuentro
y desencuentro
sin
notarlo aquella niña creció
imitando
inflexiones de voz
gestos
corporales
profundidad
en los ojos llorosos
El
volantín emprendió vuelo
el
hilo a tierra que lo dirigía
tanto
en tu mano como la mía, lloré
lloré
por tu ausencia
y
el lloro también abrazó a la adolescente
niña
curiosa que danzaba alrededor
que
preguntaba
que
bromeaba
que
buscaba abrigo
Y
nosotros,
que
ya no somos los mismos
nos
reproducimos involuntariamente
la
niña efusiva se vuelve mujer
no
resucitará la pareja de antaño
nosotros, los de entonces,
ya no somos los mismos
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