sábado, 4 de abril de 2015

Arquitectura humana


Por las avenidas de Santiago
sólo encuentro muñecos sin rostro
bocas y oídos cosidos como imbunches
eco de las palabras que se pierde
sobre el pavimento


Atardece la calma
decantan mis sentidos
resabios de la furia resuenan en mi cabeza
como taladrar insolente de obreros sobre la acera
la razón de vivir es vapor, se escabulle
por entre puertas y ventanas


Entonces, aquellos versos predilectos
esa narración de mis avatares
o de aquellos del vecino, de mis parientes
el placer de escoger la palabra adecuada
de construir el paisaje que me circunda
es refugio sencillo y profundo
como levantar madera a madera
cimientos de un palafito
espejo en que almaceno mis laberintos
tablas donde escenifico mis deseos
cuarto donde se respira danza
mientras escribo por las noches al aire libre
exorcizo fantasmas y ordeno mis huesos

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