Pieza oscura, máquina del tiempo, entrar y salir,
de jugar a la pelota en la calle
a vivir un romance infiel.
La casa familiar tiene largos pasillos,
habitaciones que conducen a diferentes
tiempos,
mis consanguíneos siguen viendo al niño
de pantalones cortos y melena con chasquilla,
otros invitados a mi biografía ven a un hombre extraño,
de mirada ingenua y perspectiva punzante.
Hombre de mediana edad,
luce abrigo y bufanda,
lo envuelve un aire de misterio, un tanto depresivo,
un tanto seductor, otros lo ignoran,
les nace cierto escepticismo verle pasar.
Como si el niño que hay en mi interior camina
cómodamente en la senda del establishment,
el adulto visita los prostíbulos de la periferia.
Incisivo en sus comentarios, tal vez resentido,
ironías mordaces que causan escozor,
mira con desdén las flores del antejardín,
el rumor proclama que sólo ve belleza en las cloacas.
Cuando Gonzalo- hombre se embarca en una
aventura seria
Gonzalo- niño siente miedo:
El adulto duda de su madurez.
Puertas que se abren,
entradas y salidas de las habitaciones,
niño y hombre se buscan y jamás
se encuentran.
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