Anoche soñé que habitaba la isla del
Futuro.
En el puerto un joven ve perderse tras el
horizonte al barco
que despide a su
amada.
Camino descalzo por la playa, atrapando mis pies por
la arena.
Me refugio en la cabaña, la tempestad se
avecina.
A cada sonido del viento el reloj en la pared:
-suspiro!
Sé que no vendrás:
Penélope puede tapizar las avenidas con
telares tristísimos.
Ulises interpreta el rol de Godot en
el ocaso.
Memorizo un inventario de los objetos a mi
alrededor:
la lapicera que rehúye al papel,
el libro de poesía que colecciona
polvo,
los cigarrillos que desaparecen con las
horas,
el espejo que remeda mi rostro por las
mañanas.
Bebo otro sorbo de té y el crepúsculo
tiñe de rojo el contenido de
la taza.
Las paredes de mi dormitorio me aprisionan,
merman el espacio de mi respiración.
Por la tarde espero el periódico que nunca
traen.
Sólo resta vocalizar las sílabas de
esta musiquilla amarga.
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