viernes, 27 de enero de 2023

La desventura del Gato con botas

 


Zángano, felino incompetente, parásito de la nobleza, haragán, habían sido algunos de los epítetos prodigados por el Marqués de Carabás a su otrora querido gato, quien no soportó tal humillación, tomó su saco y sus bien provistas botas, y emprendió camino fuera del reino.

Así sucede con aquellos que no se han esforzado por conseguir sus tesoros, se lamentaba el gato, y maldecía en contra de las volteretas del destino. Ni todo su ingenio y astucia habían sido suficientes para complacer a su amo. Por el contrario, el joven creía que el reino y la princesa eran fruto de sus virtudes, pagando con la ingratitud los obsequios del felino.

Hubo en las tierras del Marqués una epidemia de ratones, que asolaban los cultivos agrarios y espantaban el refinamiento de la princesa. Por su condición felina, el señor de Carabás había encomendado, con suma urgencia, la erradicación de la plaga al Gato con botas, en especial considerando su título de Primero ministro del reino. La astucia del mamífero no fue suficiente con la cuantía de los roedores. Habría sido más fácil engullir mil ogros, mascullaba el felino.

El Marqués decretó entonces el exilio del Gato con botas, quien ahora se le ve vagabundear por tierras baldías, mendigando unos granos de trigo, y dicen que se esmera por encontrar a los hermanos mayores de su anterior amo. Tal vez a ellos pueda ofrecer sus astutos servicios para duplicar los escuetos bienes recibidos tras la herencia.


No hay comentarios:

Publicar un comentario