Bienaventurados augurios el solsticio de invierno promete fecundidad, nacimiento, cambiar de piel así lo esperamos, después de todo la pandemia golpea fuerte tardanzas de la justicia y abusos de los poderosos. ¿Merecemos esta nueva era? Sumergirse en las aguas del We Tripantu al amanecer, luego de la noche más larga escuchar el canto de las loicas a la espera de la cosecha abundante la pasión de os cuerpos, Nguillatún defender la soberanía del Wallmapu. No desconfío del sol ni de la Ñuke Mapu es la humanidad impura que estropea todos los rituales y espíritus ancestrales.
Contemplar persistente mi reflejo a la orilla del lago devela el real color de la piel más pulcro el mirar. Me sumerjo en la acuosidad virtual para ver mis semejantes a la cara líquido que no deforma los rasgos sólo les otorga diferente perspectiva. Anfibio en cuarentena entre dos mundos desplazarse aire terrestre en viaje a mi interior branquias que distinguen matices sólo observables en el agua líquido que suprime disfraces. El devenir tierra virtualidad amplía mis horizontes mentales.
No podían permitir al aire circular riesgo de sublevación, fermento de mugrientos, pieles oscuras capaces de quemar catedrales. De cara al suelo el fascismo somete y asfixia George Floyd muerde el pavimento en Mineápolis, Alejandro Treuquil respira polvo en Collipulli la oligarquía aplasta conciencias. De cara al suelo la sangre africana se esparce en Alabama durante la esclavitud ente los gritos de Angela Davis hoy es un hilo de saliva I can’t breath! De cara al suelo la aplanadora del Estado winka sobre Lautaro, Guacolda Matías Catrileo y Camilo Catrillanca hoy es una bala en el cuello La policía chilena nos ha estado pegando. De cara al suelo la insurrección debe ser frenada para asegurar las panzas felices de banqueros norteamericanos y latifundistas al sur de Chile el plomo al servicio del poder. De cara al suelo año 73, el mensaje debía ser claro acallar a los rotos insurgentes con violencia y crueldad erradicar la escoria marxista de una vez y para siempre las callampas crecen en la miseria.
La pulcritud de los muros de la residencia del ministro no desentona con su delantal médico. Las alacenas rebosantes de alimentos hasta el aire que respira es limpio. Origen del daño ocular miopía que impide ver más allá de sus narices de las dependencias de Clínica Las Condes o del patio del colegio particular de infancia. Nunca salió del horroroso barrio alto, ni del linaje burgués. Ni en sueños imaginaba ese otro Chile que es su Chile escondido tras discursos mediáticos para impedir que la podredumbre tizne las camisas Polo o sus lentes GMO. Ministro, en los conventillos que usted no ve chilenos sufren por el hambre huelen a orines y las zonas pudendas duelen por el hacinamiento. Los ojos de esos que no conoce tropiezan con las mismas caras día a día hasta la psicosis el Covid- 19 debilita sus pulmones la peste abraza sólo a los márgenes. No se trata de alienígenas ni de chavistas venezolanos los que remecieron conciencias en octubre son aromas pestilentes, emergen ante su descaro de reconocerlos cuando la carne ha sido infectada y no se le arruga la piel en vociferar al país el sincericidio.