cruje
la madera
a
cada pisada el hogar se estremece
abúlicos
miran la televisión los padres
fanfarria
de orquesta, concursos sabatinos
la
hija irrumpe con vehemencia
el
sofá, aquella lámpara, los muros
se
contraen y dilatan con los gritos
desenfado
que encara el abandono
luz
mortecina estalla en rojo sangriento
cuchillo
carnicero se hunde en el vientre
venganza,
orfandad rabiosa
el
director ordena cortar la acción
los
actores sonríen, se apagan los reflectores
tramoyistas
desmontan los bastidores
la
maquilladora enciende un cigarro
el
asistente juega con el cuchillo de utilería
conversan,
algarabía en el ambiente
felicitaciones
al equipo, buen trabajo
deciden
ir de copas a celebrar
la
claqueta descansa
el
espectáculo ha terminado
cruje
la madera
Como en la vida misma, lo queramos o no vivimos en una película, a veces sangrienta, otras veces imaginariamente hermosa, pero siempre he pensado que no hay esa acción en la que el director no dirá jamás -Corten- se queda.
ResponderEliminarPor cierto, Marcela, la vida puede ser una película en la que interactuamos, sin la tutela de ese gran director sobre nosotros. Muchas gracias por tu comentario y por leerme. Un gran abrazo!
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