en
el parque se asoman sombras
cuerpos
del pasado interpelan
ave
suspendida que no lleva el mensaje
cofre
de recuerdos bajo siete llaves
volver
a los pies de niño sobre la playa
el
mar de los ancestros levanta olas
se
diluye en un agujero diminuto
sendero
que termina en el vacío
niños
buscando el bastón del abuelo en
la
casa derruida,
niebla
que amaina sobre los pies
seguimos
preguntando quiénes somos
la
herida abre sus ojos al sol
en
cada tropiezo el semblante nos observa
cada
recuerdo se acumula en el desván
los
postigos del tiempo jamás cierran
la
mañana más triste de mis días
en
tierra marcando a fuego sobre la piel
aquella
silueta encarnada
en
sucesivas personas de mundos remotos:
el
aula de mi infancia
el
boliche donde almuerzo
el
crucifijo ante el cual jamás me inclino
barrida
de prisioneros
escapan
de madrigueras inmóviles
despejando
animales fosilizados
ellos
fluyen como cursos de agua
por
las ruedas del molino anquilosado
ya
a salvo de petrificarse en el instante
para cristalizar la
memoria
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